La soberanía hídrica está en nuestras manos

Isabel García Tejerina

MERCADOS

MABEL RODRÍGUEZ

El agua es un bien escaso y lo será más por el cambio climático: a diferencia de la crisis energética, que no depende de nosotros, en este reto sí que tenemos las herramientas para poder garantizar nuestra propia independencia

09 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis energética y la posible falta de gas en Europa han centrado toda nuestra atención. Algo inimaginable hasta hoy. Impensable limitar nuestra actividad económica, condicionar nuestra vida, por falta de energía… Quizá por ello, la recurrente escasez de agua, especialmente agudizada este año, haya ocupado menos foco del que debiera.

Si hay un recurso valioso y estratégico, de cuya conservación depende nuestra supervivencia y nuestro bienestar es el agua. No tiene sustituto, a diferencia de otros recursos naturales, y es fundamental para el medio ambiente, para la vida, para el crecimiento económico, para el desarrollo social. En un contexto global de reajustes en el mapa geopolítico y geoeconómico, el agua juega un papel todavía más relevante.

España lleva siglos de construcción de su sistema de agua. Hemos sido pioneros en muchos ámbitos que abarcan desde la gobernanza hasta el desarrollo de tecnología puntera. Pero el contexto actual reclama una acción renovada. El objetivo es disponer de agua para preservar los ecosistemas y los servicios que estos nos prestan, pero también, para el crecimiento económico y el desarrollo social. Así se requiere actuar sobre numerosos aspectos.

Requiere actualizar y mejorar la gobernanza, entendida como los procesos para definir e implementar los objetivos de la política de agua y la regulación que lo posibilite, con criterios de racionalidad, eficacia y transparencia.

Son numerosas las cuestiones a considerar. Entre ellas, el régimen económico-financiero, que debe concebirse para incentivar el ahorro y la máxima eficiencia y uso sostenible del agua y adecuarse para cumplir con las normas europeas que nos obligan, entre otros, a la recuperación de los costes incluidos los medioambientales, dando estabilidad al sistema.

O disponer de la mejor información y gestión de esta para facilitar el cumplimiento de los objetivos acordados. Es un imperativo en un mundo digital que debe estar al servicio de la transparencia, especialmente necesaria siendo un recurso escaso, de la sostenibilidad y de favorecer la máxima disponibilidad de recursos hídricos.

La gestión de futuro no debe olvidar la educación y la concienciación sobre el valor del agua, incentivando su cuidado y protección, y su uso responsable. El previsible aumento de los fenómenos extremos, sean sequías o inundaciones, precisa dotarse de todas las herramientas necesarias para su gestión. Invertir en adaptación al cambio climático para proteger a las personas, los bienes y el medio ambiente frente a las inundaciones pasa por implementar los Planes de Gestión de Riesgo de Inundaciones y el desarrollo de proyectos ambientales de adaptación y disminución de los riesgos de inundación.

La lucha contra el cambio climático nos interpela a «no bajar los brazos» y a no dar como respuesta válida la que no toleramos para la falta de energía: la paralización de actividades económicas, mermar nuestro bienestar o estrangular el desarrollo del medio rural fomentando el desierto demográfico en la España que más actividad económica necesita, y mayores dificultades tiene, debilitando nuestra cadena de valor alimentaria y nuestra fortaleza como país exportador de alimentos.

Afrontar de manera equilibrada nuestro desarrollo económico presente y futuro, preservando la salud del medio ambiente, adecuándonos a los nuevos escenarios precisa incentivar un ahorro y uso eficiente de agua y requiere incrementar donde sea posible la oferta. Y como para la energía, es necesario desposeerse de fanatismos ideológicos y primar el rigor, la debida planificación, la ciencia y la tecnología por encima de prejuicios.

Nos enfrentamos a una posible paralización de nuestra economía por falta de recursos energéticos y por ello damos un nuevo valor a la soberanía energética. Quizá haya quien pueda decir no se vio venir, pero hace mucho que sabemos que nuestros recursos hídricos son escasos e irregulares y que lo serán más debido al cambio climático. A diferencia de la crisis energética, nuestra soberanía hídrica está en nuestras manos, y aquí no puede alegarse que no se vio venir.

Gracias a la solidaridad de la Unión Europea disponemos de recursos abundantes para hacer frente a las inversiones y a la digitalización necesarias. Nuestro abastecimiento de agua no viene de fuera y nuestro futuro pasa por nosotros. Solo habrá agua si invertimos en agua.

Isabel García Tejerina, Senior Advisor de EY y exministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente