Azucarillos de granito en rebanadas

MERCADOS

Oscar Vázquez

Granitos Cabaleiro, empresa fundada en 1999 en O Porriño, transforma la piedra extraída. Francisco Cabaleiro fundó la compañía matriz en los años setenta

16 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En los años setenta, Francisco Cabaleiro (Salceda de Caselas, 79 años) fundó una empresa dedicada a la extracción de piedra, junto a las canteras de granito de O Porriño (llegó a haber 38 y ahora quedan siete). Después adquirió explotaciones similares en Galicia y el norte de Portugal, de las que continúa extrayendo distintos tipos de granito: Rosa Porriño, Crema Julia (luso, también conocido como Gris Mondariz) o Gran Perla. Y a finales de 1999 montó su segunda firma, Granitos Cabaleiro S. A., dedicada al corte, la elaboración y la distribución de granito en tabla de diversos espesores y acabados. Su hija Mónica (Salceda de Caselas, 44 años) es la gerente de esta empresa centrada en la transformación.

«De la cantera se extraen bloques [conocidos como cubos o azucarillos] de grandes dimensiones, que aquí cortamos en chapas o placas de dos o tres centímetros de grosor para hacer encimeras, peldaños, baldosas, aplacado exterior de fachadas...», explica la responsable de esta parte del negocio (su padre sigue en activo). En Granitos Cabaleiro transforman tanto el producto que extraen de las canteras del grupo (en Galicia y Portugal) como el que importan de países como India, Brasil, Zimbabue, Sudáfrica o Noruega. Hay granito de color rosa, gris, blanco, amarillo, negro... de grano, con movimiento... «La gente se sorprende de que existan tantos», reconoce una de las pocas mujeres que ocupan cargos de dirección en este sector. Su mercado está internacionalizado. «Vendemos a Portugal, Marruecos, Turquía, Túnez, toda Europa. Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica. También en Galicia y el resto de España», enumera.

Los clientes de Granitos Cabaleiro son los distribuidores de chapa y la demanda depende de cada mercado. «En la zona del Magreb quieren material más económico, en Estados Unidos piden el granito de aquí, en Europa, el español y el portugués... Los que más vendemos son los que nosotros extraemos. De India y Brasil ahora se trae poco, lo que viene es ya transformado», indica esta licenciada en Arquitectura Técnica, que entró en la empresa familiar en 2004. «Empecé desde abajo y he hecho de todo menos cargar piedra, desde medir en la obra a trabajos de delineación, administración...», cuenta. Ahora dirige una plantilla de cerca de medio centenar de personas (todos hombres en la fábrica y la mayoría mujeres en el resto de departamentos), en una empresa (la mayor del grupo familiar) que factura en torno a 15 millones de euros al año y exporta el 70 % de lo que produce.

Con la pandemia se frenaron las ventas fuera —«hemos tenido muchísimos problemas con los contenedores, no había logística, aunque había pedidos y mucha demanda»— y la situación actual de incertidumbre la perciben mucho más en España que en el exterior. «La inseguridad se nota sobre todo aquí, desde principios del verano. En el almacén que tenemos [al lado de la planta de O Porriño] para la clientela local, suele venir el marmolista con el particular. Antes, los profesionales llevaban diez o quince tablas y ahora compran las justas para ese trabajo, ya no tienen stock», detalla. En cuanto al mercado internacional, alude al «importante perjuicio» causado por la ruptura de relaciones comerciales por parte de Argelia. Su principal competidor, en Europa, es Portugal, y en Estados Unidos, Brasil.

 Altos costes energéticos

Aunque, técnicamente, Granitos Cabaleiro no está reconocida como industria electrointensiva, la gerente sostiene que sí lo es, por lo que el alza de los costes energéticos ha afectado «mucho». «Trabajamos mañana, tarde y noche, también los fines de semana, con máquinas de gran consumo», esgrime. En las instalaciones de O Porriño transforman «los grandes azucarillos en rebanadas», y a partir de ahí, en función del uso que se les vaya a dar, le dan un acabado u otro: «Con brillo, puliéndolas por un lado; flameado [quemado], para exteriores, para no resbalar cuando llueve; apomazado, abujardado, satinado o envejecido».

El trabajo que se realiza hoy en la cantera se parece poco al que recuerda de niña —«no tiene nada que ver, ese ruido que había, esos sopletes, ese polvo...»—, lo mismo que sucede con el proceso de transformación —«ahora está totalmente mecanizado; antes, las máquinas tardaban tres días y medio en cortar tres bloques y ahora estamos cortando tres bloques al día»—.