
Recientemente galardonado por el prestigioso premio, el expresidente de la Reserva Federal tuvo que lidiar con la tormenta financiera desatada después de la caída de Lehman Brothers
16 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Le acaban de conceder a Ben Bernanke (Augusta, Georgia 1953) el Nobel de Economía. Lo comparte con otros dos compatriotas. De los tres, es, sin duda, el más conocido. Y eso porque llevó las riendas de la todopoderosa Reserva Federal (Fed, banco central estadounidense) entre el 2006 y el 2014. Que es lo mismo que decir que estaba al mando de la institución durante la gran crisis financiera del 2008.
Y le han dado el premio más importante al que puede aspirar un economista por demostrar con sus estudios lo importante, vital, que resulta mantener a flote los bancos cuando en la economía vienen mal dadas. A bote pronto, sorprende un poco. Y es que les recuerdo que fue la decisión de las autoridades estadounidenses de dejar caer Lehman Brothers la que desató la hecatombe financiera. Y también, todo hay que decirlo, porque tardó lo suyo Bernanke en caer en la cuenta de la peligrosa dimensión de espiral que estaba generando aquello de las hipotecas basura. Tanto, que durante meses, y al menos de cara a la galería, mantuvo que la cosa estaba controlada.
A su favor hay que decir, sin embargo, que después de esos errores iniciales, garrafales para muchos, dio la talla y se empleó a fondo en apagar el incendio. Combinó a las mil maravillas los instrumentos habituales de la política monetaria, llevando los tipos de interés hasta cero; con el empleo de la máquina de hacer dinero, utilizando instrumentos poco convencionales para inundar de liquidez el mercado de crédito y adentrándose en terrenos hasta entonces inexplorados. Convirtió a la Reserva Federal en el prestamista de último recurso, en sustitución de la banca privada, y evitó con ello la temida depresión. Aquello le valió, entre otras muchas cosas, que en el 2009 la revista Time lo eligiese personaje del año por haber evitado con su actuación una catástrofe económica de dimensiones mucho mayores. Y eso que no fue precisamente pequeña la que sacudió el mundo.
Lo que se dice llevar la teoría a la práctica. Y es que, si de algo sabe Bernanke, es de depresiones. Que para algo es uno de los mayores expertos del mundo en la Gran Depresión que siguió al crac de 1929.
Licenciado en Economía en Harvard, con la calificación de summa cum laude, realizó el doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Su carrera profesional la comenzó divulgando sus conocimientos como profesor en Stanford y Princeton. Puso el primer pie en la Reserva Federal en el 2002, como miembro del consejo de gobernadores. Pasó también por la Casa Blanca, al mando del consejo de asesores económicos del presidente George Bush, la antesala a la presidencia de la Fed, donde desembarcó en el 2006. Obama le renovaría después la confianza y el mandato.
Como suele decirse de todo buen jugador de póker, resulta siempre difícil saber lo que se le pasa por la cabeza al flamante nobel. Y eso que dotes para la comunicación no le faltan. Tiene, de hecho, Ben Bernanke una vasta colección de frases célebres en el mundillo financiero. Aquí les dejo mi preferida: «Si quieres entender la geología, estudia los terremotos. Si quieres entender la economía, estudia las crisis». Aplíquense, porque llega otra.
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