
A estas alturas, la mayor parte de los servicios de estudios, los partidos políticos, los dirigentes mundiales y los gurús de todo tipo ya han publicado sus pronósticos sobre lo que nos traerá el año que empieza mañana. Casi todos insisten en que continuarán las grandes incertidumbres: qué ocurrirá en Ucrania y en los efectos de la guerra sobre el precio de la energía, sobre la inflación y sobre las previsibles hambrunas en el Tercer Mundo; si China y Estados Unidos llevarán su guerra comercial hasta el borde del abismo; si la pausa en los acuerdos multilaterales contra el calentamiento global multiplicará las lluvias torrenciales y las sequías; si la condición de año electoral en España agudizará las tensiones entre los socios del Gobierno y acabará por romper, etcétera. Sin llegar a las previsiones apocalípticas del ruso Medvédev, el panorama que se nos pinta resulta poco prometedor.
Contra todo esto podemos estar seguros de que la vida siempre acaba por imponerse y prosperar y que podemos esperar de ella sorpresas agradables. Podría ser, por ejemplo, que Xi Jinping cogiera el covid a la vez que Joe Biden sufre algún achaque propio de la edad, y ambos pensaran, desde la pequeñez del paciente entubado, en mediar para el fin de la guerra en Ucrania y alcanzar un nuevo acuerdo de desarme nuclear. Quizá Occidente decida dejar de bloquear la entrada de coches chinos a sus mercados y podríamos comprar automóviles baratos y aliviar el envejecimiento del parque móvil y sus contaminaciones. Podría imponerse la idea emergente de que la deuda enorme de los países y de los sectores privados es tan negociable como lo fue la de la banca en la crisis de las hipotecas de los Estados Unidos o en el rescate español y salir así de la esclavitud en la que vivimos.
Incluso puede ocurrir que el Dépor ascienda a segunda y que en el próximo Real Madrid-Barcelona Lucas Vázquez marque un hat trick. Todo esto es inseguro; lo que es seguro es que deberíamos mandar a los agoreros a freír espárragos y despedir con alegría este año triste. ¡Feliz 2023!