Momento del derribo del globo chino frente a las costas de Carolina del Sur.
Momento del derribo del globo chino frente a las costas de Carolina del Sur. JOE GRANITA | EUROPA PRESS

12 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La imagen del globo espía reventado en Estados Unidos, no con un pincho sino de un misilazo, le provoca a uno cierta inquietud. Esto es el «¿Qué mirás, bobo?» de Messi llevado al extremo bélico, y nos pone en la duda de si no estamos cayendo en la paranoia. También puede ser que acusar a los chinos de espiar por todos los medios refuerce el mensaje de que tenemos enemigos externos beligerantes, lo que potencia la unidad interna. Algunos dirán que hay motivos para sospechar. Por ejemplo, el Gobierno de Australia, que acaba de ordenar la retirada de un millar de cámaras instaladas en sus edificios oficiales, porque son de fabricación china y podrían transmitir datos de interés estratégico a la burocracia mirona del país rival. Nunca se sabrá si sirvieron para espiar. Lo que sí se sabe es que Australia, con Estados Unidos, Japón y algunos otros se están implicando cada vez más en una guerra tecnológica con el gigante asiático, prohibiendo, por ejemplo, que ninguna pieza o programa informático de origen estadounidense pueda exportarse a China. Huawei, uno de los mayores fabricantes de teléfonos móviles, pasa por una grave crisis por el boicot que ordenó Trump, también por espiar.

¿Tanto espían los chinos? Podría pensarse que sí en vista de cómo vigilan a sus propios ciudadanos. Hay varios cientos de millones de cámaras estatales en las calles, conectadas a programas de reconocimiento facial. El control de ubicaciones de celulares particulares ha permitido a Pekín cercar a sospechosos de disidencia. Pero en Nueva York, por ejemplo, la policía tiene instaladas 15.000 cámaras con reconocimiento facial. En autocracias o en democracias «con fallos», la tecnología favorece el panoptismo (el verlo todo) del que trató Michel Foucault en su obra Vigilar y castigar y que —decía— «puede ser utilizado como máquina de hacer experiencias, de modificar el comportamiento, de encauzar o reeducar la conducta de los individuos». Así que, con globos o sin ellos, sin necesidad de tirar a la marea nuestro móvil chino, un poco de paranoia puede ser saludable.