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La comunidad puntúa alto en sostenibilidad, educación obligatoria y mercado laboral, pero ocupa un lugar atrasado en otros índices, como la facilidad de hacer negocios, las habilidades digitales o la supervivencia y gestión empresarial
07 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando se efectúan análisis en torno a la atractividad de los territorios, ya sean ciudades, regiones o países, los factores a tener en cuenta hacen mención al tamaño, a las condiciones de accesibilidad, al análisis demográfico, a los sentimientos y a las aptitudes de poder crear y generar oportunidades de futuro. Recientemente, la OCDE acaba de publicar un interesante informe en el que reseña los cuatro factores necesarios que deben estar incluidos en lo que denominan una guía de actuaciones. Se refieren a las conexiones de negocios, constituidas por los intercambios internacionales de bienes, servicios y capitales; las conexiones humanas, integradas por los flujos internacionales de personas, normalmente visitantes y migrantes; las conexiones de conocimiento, aquellas relacionadas con las actividades de innovación, investigación y desarrollo, tanto públicas como privadas; y, finalmente, las conexiones de infraestructura, que permiten visibilizar las redes físicas y numéricas que un territorio pone a disposición de los actores y agentes nacionales e internacionales, condicionando la intensidad de los distintos flujos entre el territorio objeto de análisis y sus partners (socios) internacionales.
Richard Florida, de la Universidad de Toronto, estableció que las regiones deberían aplicar la ecuación de las 3 T. O sea, enfocar su desarrollo en la tecnología, el talento y la tolerancia. Quienes logren los mejores resultados en dichas magnitudes, se corresponderán con las regiones más dinámicas, mejor preparadas para aprovechar las disrupciones tecnológicas y más resilientes.
Por comunidades
Respecto a la variable del talento, la Fundación COTEC y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas elaboran el índice del talento autonómico. Tiene por objeto el análisis de la capacidad de atraer y retener el talento de las comunidades. Dicho índice se construye como la media de seis pilares básicos: facilitar; atraer; crecer; retener; capacidades y vocaciones técnicas; y, por último, conocimiento.
El primer pilar hace referencia a tres ámbitos: el entorno regulatorio, el entorno de los negocios y el mercado laboral. Corresponde, pues, medir la eficacia de la Administración, la facilidad para hacer negocios, el grado de preparación de los directivos y las infraestructuras de las comunicaciones.
El segundo pilar identifica los elementos que mejoran la capacidad de atraer talento de otros territorios. Incluye la apertura interna y la externa. De la primera, destacan como variables claves el respeto a las minorías, las brechas salariales y el liderazgo; y de la segunda, la capacidad de atraer capital extranjero y su participación en las empresas.
El tercero establece tres ámbitos diferenciados: la educación formal, el aprendizaje a lo largo de la vida y el acceso a las oportunidades de crecimiento. Por tanto, se recogen como variables básicas la importancia del gasto público en educación superior, el nivel de éxito en las primeras fases educativas, la disponibilidad de formación continua o el uso de las redes sociales. El cuarto pilar abarca aquellos elementos que garantizan la permanencia del talento en el territorio, tanto desde la perspectivas de la sostenibilidad del sistema como de la calidad de vida. En consecuencia, las comunidades quedan evaluadas a partir de la participación de la fuerza laboral en el sistema de pensiones, la relevancia del gasto público destinado la protección social, los aspectos relacionados con el medio ambiente o la disponibilidad de médicos, entre otras variables.
El quinto hace mención a las capacidades técnicas y se refiere al potencial del sistema educativo para formar personas y a la empleabilidad del mercado laboral existente. Mide la eficiencia de la productividad del trabajo y la facilidad de encontrar trabajadores cualificados y acordes a sus capacidades.
Finalmente, el sexto pilar, evalúa a las autonomías según la disponibilidad de sus más altas capacidades formativas e innovadoras. Esto es, la población con estudios superiores, las exportaciones de alta tecnología, las empresas que disponen de productos innovadores, la propiedad industrial, la creación de empresas o las publicaciones científicas.
Galicia se sitúa en la zona intermedia entre todas las comunidades autónomas. El ránking lo encabezan Madrid, Navarra y Pais Vasco. El informe de la Fundación COTEC reseña las relaciones positivas existentes entre el talento y la renta per cápita. O sea, el nivel de renta determina la capacidad de facilitar, atraer, ampliar y utilizar el talento. Analizando los datos de forma pormenorizada y atendiendo a los mencionados seis pilares tendríamos que Galicia registra valores positivos en tres grandes ejes de desarrollo. En concreto, los gallegos destacamos en los factores de sostenibilidad, dada la presencia de numerosas empresas de energía renovable. También en la educación obligatoria, muy por encima de los promedios nacionales, aspecto que permite impulsar nuestra posición en el pilar de crecimiento. Y, por último, sobresalimos en el entorno laboral, donde Galicia ocupa el puesto número sexto del ránking español. Sin embargo, en otros índices, Galicia ocupa un lugar muy atrasado, situándonos en el pelotón de los rezagados. Nos referimos a la facilidad de hacer negocios, que nos emplaza en el último puesto de las comunidades españolas. Asimismo, no estamos bien situados en lo tocante a las habilidades digitales e infraestructuras TIC, cuyos índices nos relegan a posiciones muy por debajo y alejadas de los promedios nacionales. Finalmente, en lo que respecta a la vulnerabilidad empresarial, tasa de supervivencia de las empresas y gestión empresarial, tampoco estamos bien emplazados. Al igual que en lo que atañe a la presencia de estudiantes extranjeros, cuyas cifras arrojan ratios por debajo de la media española.
Las luces rojas
En suma, no contamos con un elevado aprovechamiento del talento. Lo poseemos, pero no lo canalizamos, ni disponemos de las vías más adecuadas para rentabilizarlo. Prueba de ello es la posición gallega dentro del conjunto de las regiones europeas en lo que se refiere al índice de competitividad regional (puesto 149 de las 234 regiones contabilizadas) o si quiere el bajo nivel en lo tocante a los gastos en I+D (el 1,09 % respecto al PIB en comparación con el 2,20 % de la UE-27; o el 2,66 % en países de la OCDE) o al personal investigador en dichas iniciativas tecnológicas (una diez mil personas frente a las más de 231.000 que hay en España). Fallamos en algo sustancial. Manquiña lo simplificaba de manera rotunda «lo importante es el concepto». Y, en eso, fallamos. Quizás porque seguimos la interpretación de Unamuno cuando afirmaba «que inventen ellos».
Fernando González Laxe. Catedrático de Economía Aplicada.