La prensa destacaba estos días cómo aumenta en España el número de divorcios de mayores de 70 años: en el 2022 fueron casi 2.600, un 65 % más que los registrados hace diez años. No es para ponerse triste; se han perdido muchos prejuicios, la gran mayoría de las separaciones ahora son de mutuo acuerdo y a esas edades no suele haber cargas de manutención de los hijos. Lo de estos divorcios es un signo más de los tiempos: el aumento de la esperanza de vida permite a cada vez más integrantes de la tercera edad plantearse proyectos y aprovechar la libertad que en la vida laboral a veces se pierde.
Ahí está el caso de José Saramago, que empezó a publicar con 60 cumplidos. Otros se ponen a estudiar: el año pasado, unos 70.000 mayores de 65 cursaban estudios universitarios. La gente cambia: hemos visto a periodistas dicharacheros convertirse en personas discretas; a economistas que se aficionan a la pesca a flote y por primera vez hacen pronósticos acertados (del tiempo que va a hacer mañana); a bancarios que vendieron preferentes y hoy son voluntarios de oenegés humanitarias. A todos nos puede llegar ese momento. En mi caso es ahora: momento de cerrar esta libreta de apuntes y cambiar el teclado por otras herramientas. Para quitarnos de encima el sambenito de la inactividad, deberían llamarnos como llaman a los jubilados en Portugal: reformados.
Luego están los irreformables: expertos para quienes la jubilación forzosa es una mala jugada (y no solo para ellos, también para el sistema), investigadores en su mejor momento intelectual; ingenieros, mecánicos, juristas, empresarios de vocaciones sólidas que dominan todos los saberes de su mundo. Cada vez son más nutridas las organizaciones como Seniors Españoles para la Cooperación Técnica, que vuelcan a empresas e instituciones conocimientos expertos que no deben perderse.
Los seniors (y las senioras, claro) van a ser una parte cada vez más importante y más activa de la ciudadanía. Así habrá que verlos, y dejar de relacionar las vidas prolongadas con cajas de pensiones y otras ruinas administrativas. Mientras todo esto llega, ¡salud para todos!