Claudia Goldin, el reconocimiento a la mujer trabajadora

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La profesora de Harvard se hace con el Nobel de Economía gracias a una prolífica carrera académica en la que ha demostrado que la gran brecha laboral entre hombres y mujeres se produce a la hora de tener hijos, y cómo ellas asumen una mayor carga en el hogar que las distancia de su carrera profesional

15 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Historiadora económica, pero fundamentalmente toda una experta en desigualdad salarial entre hombres y mujeres. Claudia Goldin (Bronx, Nueva York, 1946) acaba de ser reconocida con la máxima distinción, el Premio de las Ciencias Económicas del Banco de Suecia, en memoria de Alfred Nobel (es el único de los seis galardones que no ha sido creado por el magnate, sino por el Banco Nacional de Suecia, Riksbank, y se entregó por primera vez en 1969). El hecho de que se hayan valorado sus investigaciones sobre la histórica desigualdad de ingresos entre géneros para la concesión del galardón constituye una especie de reconocimiento público a la evidencia. La brecha se extiende mucho más allá de los salarios. Incluso en la propia configuración del premio. Goldin es la tercera mujer en ganar la distinción sueca en sus 55 ediciones y la primera en hacerlo sola, es decir, sin compartirlo con un colega masculino. Nada de tutelajes. Todo un logro.

Un hito para esta experta, profesora de Economía en la Universidad de Harvard, que convive en el mismo despacho con el también economista laboral Lawrence Katz, en la Oficina Nacional del «Romance» Económico, a la postre, su esposo, con el que comparte investigaciones, coautorías de informes y libros en su dilatada carrera profesional de más de cuatro décadas. No tienen hijos y entre ellos no existe brecha, ganan prácticamente lo mismo. Faltaría más.

Pese a su apabullante currículo en el que la economía lo copa todo —en sus vertientes tecnológicas, de educación, de contaminación del agua y hasta de corrupción— la fascinación por la investigación le llevó en su juventud, primero, hacia la arqueología y luego a la bacteriología. De hecho, estudió Microbiología en la Universidad de Cornell, pero en seguida se decantó por las humanidades y las ciencias sociales, sobre todo, la historia y la economía.

Y ahí comenzó todo. Goldin siempre ha tenido el instinto narrativo de una historiadora y la devoción de economista por el rigor matemático; se diría que el suyo era un espíritu casi detectivesco. Considerada una de las diez profesionales de su área más influyentes, sus aportaciones surgen a partir de enormes cantidades de datos para explicar cómo los resultados económicos actuales están implícitamente vinculados a acontecimientos y decisiones que proceden de décadas atrás. De ahí que sus estudios sobre el papel de la mujer en la economía, ahora reconocido con el premio Nobel, hayan servido para echar por tierra, por fin, infinidad de interpretaciones sesgadas y simplistas sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres.

No se trata de cuestiones formativas, ya superadas en muchas áreas de actividad aunque todavía quede camino por recorrer, ni de responsabilidad o de discriminación. La desigualdad salarial se produce al combinar trabajo con familia. Esa es la clave, la llegada de los hijos. En definitiva, la conciliación.

Claudia Goldin sostiene que hombres y mujeres inician su carrera profesional en igualdad de condiciones laborales. Desde el momento en el que deciden formar una familia, con la crianza, surge la brecha. Porque las empresas tienden a recompensar a quienes dedican más tiempo al trabajo. Para maximizar los ingresos del hogar, lo más habitual es que el padre se especialice en estar de guardia para su empresa, y la madre, de vigía en casa. Para Goldin, la clave radica en que los hombres se impliquen más en el hogar, en el cuidado de los hijos, y en una profunda reestructuración de los empleos. Si me lo permiten, ¿fiarlo todo a la voluntad?

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