Las insolvencias que vienen

carmen sampayo david

MERCADOS

Oscar Vazquez

17 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El incremento de los ingresos procedentes del turismo extranjero, el destino del ahorro de las familias a financiar el consumo y el signo expansivo de la política fiscal , están actuando de amortiguador para la economía española estos últimos meses, permitiendo así mostrar una especial resistencia respecto a otros países de la eurozona. Ni la retirada efectiva de liquidez de los mercados monetarios, ni la incertidumbre política, ni el crecimiento del precio de los alimentos, han traído, hasta el momento, caídas relevantes de la mayor parte de la actividad empresarial en servicios y construcción; no sucede así con la industria manufacturera ni, obviamente, el sector agroalimentario, que sí llevan sufriendo una desaceleración continuada. Los últimos datos del INE muestran que la mayor fuente de creación neta de empresas se da en los sectores menos perjudicados por la coyuntura económica: servicios y construcción y empresas auxiliares, recuperando además los márgenes empresariales y de rentabilidad. Para el 2024 nuestro tejido empresarial se enfrenta a nuevos retos que dependerán de la prolongación de los efectos de la inflación, de la restricción crediticia y encarecimiento de la financiación motivada por el incremento de los tipos de interés, de una políticas laborales que permitan un crecimiento del empleo y la cobertura de puestos de trabajo, de la que más que previsible elevación de costes fiscales y laborales y, por último, de la lentitud en la aplicación de los fondos #NextGenEU. Incertidumbre económica y geopolítica, así como los desafíos a medio plazo, pueden entrar en colisión con la necesidad de liquidez de las empresas que tienen que comenzar a devolver los créditos avalados por el ICO, como puso de manifiesto el Consejo General de Economistas de España en el Atlas Concursal 2023, un excelente documento exhaustivo que sirve de medidor de las diferentes variables de la situación de crisis e insolvencia empresarial tanto a nivel nacional como internacional.

El aumento del número de entidades que han presentado concurso de acreedores en el 2022, incremento concentrado en autónomos y micropymes, no es un mal dato porque supone la superación del estigma y del cambio de mentalidad de reconocer una situación de insolvencia y nos acerca a las cifras del resto de Europa. Comercio, hostelería, construcción y energía son los sectores que concentran más concursos, si bien, y por primera vez, se cuelan entre el top 5 de las insolvencias reconocidas, los servicios profesionales. Sin embargo, nos mostramos preocupados y críticos con la escasa educación financiera y del crédito que tienen algunos deudores, impulsado además por un fomento del endeudamiento de algunas entidades. Hay un alza de la insolvencia de personas físicas, tendencia que comenzó el año pasado y que en este 2023 se eleva considerablemente, lo que nos debería hacer reflexionar acerca de si se está potenciando una clase de deudor , perjudicial para la economía, y que una vez que contrae una o varias deudas no es capaz de realizar el esfuerzo para saldarlas, sabedor de que existe una figura legal que le va a permitir no devolver la cantidad prestada.

Estamos asistiendo a un cambio de paradigma: se ha pasado de un deudor que tenía que cumplir con sus obligaciones a un deudor con el derecho a ser exonerado. Es hora de plantear modificaciones legislativas para endurecer los requisitos de acceso al crédito para los deudores que no conocen el significado de la palabra estigma y cuya falta de asesoramiento y/ o escrúpulos puede contagiar a toda la economía, y esto ni debemos ni nos lo podemos permitir.