Hafize Gaye Erkan: la gobernadora de un banco que no encuentra casa por los elevados precios

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Formada en Estados Unidos, está al frente de la principal institución monetaria de Turquía

25 dic 2023 . Actualizado a las 19:18 h.

Conoce muy bien Hafize Gaye Erkan (Estambul, 1979) los estragos de la inflación en los bolsillos de los ciudadanos. Y no solo porque lleve las riendas del Banco Central de Turquía, que también. Desde que regresó a su país procedente de Estados Unidos hace ahora año y medio para hacerse cargo de la autoridad monetaria turca ha elevado los tipos de interés en varias ocasiones. Hasta el 40 %, que se dice pronto. Todo con tal de doblegar a esa fiera que devora el bienestar de las familias del país mediterráneo. Un mordisco que la banquera central asegura estar sufriendo en sus propias carnes. A saber: no encuentra casa para comprar. Al menos no una al alcance de su cartera. «Está todo terriblemente carísimo», se lamenta.

Y no es palabrería. La prueba está en que ha decidido mudarse con su familia a casa de sus padres. «¿Cómo es posible que Estambul sea más cara que Manhattan?», se preguntaba no hace mucho reflexionando en alto sobre el elevado coste de la vivienda en Turquía. Sabe de lo que habla. Hija de un ingeniero y de una profesora de Matemáticas y Física, licenciada en ingeniería industrial por la Universidad del Bósforo (Estambul), y con un doctorado en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey, Estados Unidos) en Ingeniería Financiera y Matemáticas Aplicadas (lo culminó en un año), Erkan trabajó durante algún tiempo en Goldman Sachs, en la Gran Manzana, antes de aterrizar en la sede del First Republic Bank en San Francisco. En ese banco quebrado —hoy es propiedad de JP Morgan Chase, tras firmar la segunda quiebra más abultada de la historia de Estados Unidos— desarrolló parte de su carrera profesional, como copresidenta, antes de que el presidente de su país, Recep Tayyip Erdogan, la rescatara para poner orden en la endiablada situación económica de Turquía. Su misión: meter en cintura una inflación galopante (en noviembre alcanzó el 62 %, aunque muchos analistas no se creen el dato oficial y la sitúan en el doble), y ponerle freno al desplome de la lira. Esto último, con la dificultad añadida de haber quemado ya el país sus reservas de divisas tratando de taponar la sangría.

Dijeron entonces las malas lenguas que la elegía a sabiendas de que se trataba de una misión condenada al fracaso y que, por eso precisamente, había escogido a una mujer. Y ahora andan aireando esas mismas voces malintencionadas, que lo suyo es postureo. Que después de años labrándose una carrera en la todopoderosa banca de inversión estadounidense malo será que no tenga algo de dinero ahorrado para comprarse un piso por muy caros que estén. Fue siempre Erkan una estudiante brillante. Tanto es así, que se licenció con las notas más lustrosas de su promoción. Y de otras anteriores. Y eso en la universidad más prestigiosa del país. La misma que la proclamó «Estudiante de la década», algo que le alfombró el camino de las becas para completar los estudios en Estados Unidos.

A sus tiempos universitarios se remonta la relación con el hoy su marido, Batur Biçer, asesor de grandes fortunas en Nueva York. Más leña al fuego de la incredulidad que despierta en las malas lenguas eso de que no tiene el matrimonio posibles para casa propia. Con todo, es Erkan la quinta persona que se coloca al frente del Banco Central turco en los últimos cuatro años —la cifra delata lo turbulentas que andan las aguas en el seno de la institución— y la primera mujer que asume las riendas de la política monetaria del país. Experiencia para afrontar el reto, ya lo hemos contado, no le falta. Arrestos, dicen quienes la conocen,tampoco. Claro que la tarea es para titanes.

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