Italia: el eje energético del Mediterráneo

Valentina Saini

MERCADOS

FABIO CIMAGLIA | EFE

El Gobierno del país transalpino aspira a mejorar el abastecimiento con nuevos proyectos en el norte de África y reducir la dependencia del gas que proviene de Rusia

03 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Italia siempre ha carecido de reservas energéticas. En el siglo XIX, su desarrollo industrial se vio frenado por la falta de carbón, mientras que en la segunda mitad del siglo XX la escasez de petróleo fue una de las mayores preocupaciones de los industriales y políticos italianos. De hecho, la economía del país transalpino sigue dependiendo de la energía extranjera, en particular del petróleo, el gas y el carbón; en el 2022, por ejemplo, las importaciones netas representaron casi el 80 % de su abastecimiento energético.

Aún así, Italia es un actor importante en la industria energética europea. Esto se debe a sus grandes empresas: ENI, especializada en la extracción y distribución de hidrocarburos, y ENEL, dedicada a la producción de electricidad. Pero también se debe a su ubicación, en pleno Mediterráneo, que contribuye a hacer de Italia uno de los centros energéticos más importantes de Europa. Desde hace tiempo, el país transalpino es el punto de llegada en el continente de unos gasoductos fundamentales, también desde el punto de vista geopolítico, que traen gas natural de África y Asia Central. Entre ellos están el Transmed, que va de Argelia a Sicilia, el GreenStream, entre Libia y Sicilia, y el gasoducto Trans Adriático (TAP), que lleva gas azerbaiyano de Grecia a Apulia, una región en el extremo sudeste de Italia.

Pero sigue sin ser suficiente para el Gobierno liderado por la ultranacionalista Giorgia Meloni, que parece decidido a aumentar también la capacidad del país transalpino para importar electricidad procedente de energías renovables a través de líneas eléctricas de nueva generación, con su proyecto conocido como Plan Mattei, por el nombre del fundador y primer presidente de ENI, Enrico Mattei. En agosto, el mayor operador independiente de redes de transmisión eléctrica de Europa, Terna, con sede en Roma, y la compañía tunecina de electricidad y gas STEG, firmaron un acuerdo con la Comisión Europea para una financiación de más de 300 millones de euros para la línea eléctrica de Elmed, un proyecto colosal que requerirá una inversión total de 850 millones de euros y permitirá que la electricidad producida por las centrales solares y eólicas del norte de África llegue a Italia (y al resto de Europa). Muchos empresarios valoran muy positivamente la iniciativa: la falta de energía es el verdadero talón de Aquiles de Italia, y si ya no se quiere comprar el gas de Rusia, la única solución es abastecerse en África. Según informan el diario italiano La Stampa y el sitio de noticias independiente libio LibyaHerald, a principios de febrero directivos de la Autoridad de energías renovables de Libia (REAoL) se reunieron con la cúpula directiva de Terna y funcionarios del ministerio italiano de Medio Ambiente para valorar la posibilidad de una integración eléctrica entre Libia e Italia. Un proyecto de este tipo costaría aún más que Elmed, ya que la distancia entre ambos países es mucho mayor que entre Italia y Túnez, pero fortalecería tanto la economía libia como la italiana.

Pero el Gobierno liderado por la ultranacionalista Giorgia Meloni también tiene la vista puesta en los Balcanes para el abastecimiento energético. Según el diario italiano La Repubblica, la viceprimera ministra y ministra de Infraestructuras y Energía de Albania, Belinda Balluku, viajó recientemente a Italia para promover el proyecto de una línea eléctrica a través del mar Adriático que traería al país transalpino energía producida a partir de fuentes renovables en Serbia, Rumanía y Bulgaria entre otros; durante su visita, Balluku se reunió con la directora general de Terna, Giuseppina di Foggia.