Esta tecnología que abrió la espita a la democratización del internet rápido se extinguirá en España, pero aún hay casi medio millón de abonados que dependen de ella para tener conexión
21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Fue la gran revolución tecnológica de los años 90 y ahora firma el final de su historia. España dice adiós definitivamente al ADSL, esa fórmula que implantó Telefónica para llevar internet de alta velocidad a las casas de nuestro país. No ha sido un proceso inmediato, de hecho, la teleco lleva ya nueve años trabajando para extinguir el ADSL y ofrecer a prácticamente todos sus clientes una alternativa viable que no les conduzca a un apagón en sus casas.
El ADSL cambió por completo nuestro país. Gracias a esta red de cobre —que se regulaba a través de 8.526 centrales, algunas situadas en importantes centros de áreas urbanas— millones de clientes intercambiaban un flujo de datos que les permitían empezar a disfrutar de un internet que hasta entonces era todo un lujo. Al abrigo del ADSL empezaron a coger fuerza aplicaciones como el correo electrónico, la descarga de contenidos o el MSN Messenger, un germen muy pero que muy en pañales de la mensajería instantánea; un primer paso que llevaría al WhatsApp que tenemos ahora. Pero antes de la llegada del ADSL, conectarse a internet era para muchos un auténtico engorro. Con la década de los 90 todavía estrenándose, los módem que reinaban en las casas (en algunas, que gozaban de una línea que todavía seguía siendo un auténtico lujo) imposibilitaban poder hablar por teléfono y navegar al mismo tiempo. Aquellos aparatos establecían la conexión mediante una llamada a un nodo, por lo que en el momento en el que se enchufaba uno a la red, recibir llamadas era tarea imposible. Tampoco existían las tarifas planas y cada uno pagaba en función del tiempo que estuviera conectado. Se cobraba, eso sí, como una llamada local y los precios variaban en función de la hora. Así, era más barato por ejemplo enchufarse a internet por las tardes y los fines de semana que los lunes por la mañana.
A finales de los 90 llegó el bum. El mercado se liberalizó, los precios se democratizaron y los españoles descubrieron las mieles de internet. A finales de la década, ya había un millón de usuarios. Las primeras páginas que poblaban por aquel entonces estaban formadas básicamente por texto, pero poco a poco las imágenes empezaron a cobrar protagonismo, obligando a las telecos a buscar un mayor ancho de banda y más velocidad. Aquí entró en juego el ADSL, que ofrecía una velocidad cuatro veces superior a las conexiones conocidas hasta entonces. Además, su gran fuerte era que permitía hablar por teléfono a la vez que se navegaba por internet y todo esto dio pie también a que empezaran a aparecer las primeras tarifas semiplanas. Quienes se enchufaran por las tardes (desde las 18.00 horas hasta las 8 de la mañana) podían hacerlo sin tener que hacer frente a costes adicionales, un horario que se ampliaba a las 24 horas cuando era fin de semana.
El ADSL vivió su época dorada en los 2000. De hecho, en el 2013 Telefónica logró firmar su pico de clientes con más de 9,5 millones de hogares conectados. Hoy ya solo quedan 440.000. Y Telefónica ha decidido poner punto y final definitivo a esta tecnología y dar paso a las más modernas. Lo ha hecho este mismo viernes. El 19 de abril, coincidiendo con el aniversario de la empresa (que cumple nada menos que un siglo), Telefónica ha querido simbolizar ese cambio de época con el apagado de su red de cobre. Es un hito en sí mismo, porque será una de las pioneras a nivel europeo en dejar de prestar servicio con estas redes.
Pero también hay una cara mala en todo este tema. Según los datos que manejan desde Banda Ancha, referentes al tercer trimestre del 2023, Telefónica todavía tenía unas 286.000 líneas por migrar, Orange unas 241.000 y Vodafone cerca de 14.000. Se entiende que esas cifras se habrán reducido en lo que va de este 2024, pero lo cierto es que hay gente que tendrá que buscar alternativas. Mientras que Telefónica ya ha puesto fecha al apagón, Orange y Vodafone ya han advertido que el suyo llegará en los próximos meses. La CNMC cree que en el 2025 desaparecerá por completo el ADSL.
Llegamos a la cita con los deberes bastante hechos. España es el tercer país de la OCDE con mayor penetración de la fibra óptica entre las tecnologías de banda ancha. Solamente Japón y Corea del Sur superan a España en despliegue. Y eso teniendo en cuenta el claro factor tecnológico que guardan ambos territorios.
¿Y si está afectado?
Tal y como explican los expertos de Selectra, firma especializada en el asesoramiento de energía y telecomunicaciones, se puede hacer una prueba muy sencilla para saber qué tipo de conexión a internet tiene un hogar: «Lo mejor es que conectes tu ordenador al cable y si tienes menos de 30 megas y una velocidad asimétrica (diferente en carga y descarga) eso quiere decir que tienes ADSL.
Pero no debe cundir el pánico. Telefónica ha estado informando a sus usuarios estos últimos meses, pero esto no quiere decir que un determinado hogar vaya a quedarse sin internet de forma sorpresiva. En caso de que no se haya recibido ninguna notificación es muy posible que ya se cuente con Internet de fibra o inalámbrico y que, por tanto, no haya ningún problema. «Si tienes ADSL y no hay fibra óptica en tu zona, puede contratar internet inalámbrico o internet radio, un tipo de conexión que emplea las ondas de radio para internet. No es tan estable como la fibra y ofrece una velocidad máxima de 20 Mb, pues depende de la distancia entre las antenas, pero es una opción para no quedarse desconectado», explican desde Selectra.
De hecho, la Organización de Consumidores y Usuarios recuerda que el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital aprobó el año pasado una resolución por la que «teóricamente garantiza la conexión al 100 % de las zonas rurales, remotas y poco pobladas de toda España a un precio razonable».
Hay varias alternativas. En primer lugar, lo que se conoce como programa Unico Demanda Rural, un servicio que se presta vía satélite a través de Hispasat y que no exige que los usuarios paguen ni por el alta ni por la instalación. Tiene un coste mensual de 35 euros al mes los dos primeros años y tiene una velocidad de descarga de 100 Mbps. Además, los clientes rurales también se pueden optar a la tecnología WiMAX, que transmite datos a través de ondas de radio.