La inteligencia artificial y las opciones de futuro

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe CATEDRÁTICO EMÉRITO DE ECONOMÍA APLICADA. UNIVERSIDADE DA CORUÑA

MERCADOS

MABEL RODRÍGUEZ

El impacto que generará la nueva tecnología en ganancias de productividad compensará la destrucción de empleo y permitirá que el PIB español siga creciendo por encima del 2 %. El debate se centra ahora en cómo las comunidades autónomas utilizan la IA en su desarrollo

14 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La inteligencia artificial (IA) se refiere, entre otras concepciones, a los sistemas informáticos que buscan imitar y reproducir la función cognitiva humana por medio de máquinas, procedimientos y software con el objeto de efectuar tareas de procesamiento y tratamiento de datos de cara a incrementar las posibilidades de poseer un mayor conocimiento de una realidad.

La evolución de esta tecnología y sus aplicaciones van a más. Se expanden con mucha rapidez y su implantación es cada vez más extensa y compleja. La adopción de la IA está impulsando las transformaciones hacia un nuevo modelo económico; generando nuevas oportunidades de negocios, favoreciendo el emprendimiento y promoviendo la aparición de nuevos mercados. Sus impactos son innegables; y la sociedad ve en ella una tecnología disruptiva con capacidad de mejorar la competitividad de las organizaciones.

No cabe duda de que la IA generará un gran impacto económico en términos de ganancia de productividad que podría compensar la destrucción de empleos y permitir que el PIB español pueda seguir creciendo por encima del 2 %. Las razones que se esgrimen para justificar dichas predicciones son que «con esta tecnología habrá aumentos de eficiencia». Los últimos datos así lo verifican, pues las empresas han multiplicado por 5,7 veces la intensidad de uso de tecnología IA generativa y que los impactos en la productividad llegan a alcanzar, de media, un ahorro de tiempo de 2,3 horas semanales por empleado. Los trabajos internacionales más recientes sugieren, asimismo, que las herramientas de la IA generativa permiten ahorrar el 25 % en mano de obra y el 14,4 % en total; aunque el profesor Daron Acemoglou, del MIT, es menos optimista y estima que la IA solo aumentará la productividad un 0,66 % en diez años; o sea el 0,06 % anual, cifras menos elevadas que las exageradas estimaciones planteadas por Goldman Sachs o McKinsey Global.

Consecuencias

Una de las principales consecuencias que se contemplan hoy en día es que no es un asunto circunscrito a un territorio concreto; sino que sus desarrollos son asimétricos y muy diferenciados, lo que implica distintas velocidades, amplitudes e intensidades respecto al uso e implantación atendiendo a los espacios, áreas y países. Dicho de otro modo, de manera más clara y vulgar, la disponibilidad y su uso varía de sociedad en sociedad, dando pie a afirmar que se consolida una auténtica brecha entre distintas localidades y entornos.

Si los efectos son globales, surge la necesidad de una regulación mundial y no parcializada territorialmente. La Unión Europea aprobó, el 13 de marzo de este año, el reglamento correspondiente de la IA, en donde se establecen las normas para mejorar el funcionamiento del mercado interior, la puesta en servicio y la utilización de sistemas centrados en el ser humano que sean fiables y que garanticen un elevado nivel de protección de la salud, seguridad y derechos fundamentales de la democracia, el Estado de derecho y la protección del medio ambiente. Sin embargo, la norma publicada ya casi ha quedado desfasada dada la rapidez de las innovaciones, sus desarrollos y sus usos. En España, el Consejo de Ministros aprobó, el 15 de mayo reciente, la Estrategia de IA como elemento clave de carácter transversal para transformar el modelo productivo e impulsar el crecimiento de la economía española. Refiriéndonos a las comunidades autónomas, solamente Extremadura, Asturias y Galicia tienen regulada en sus territorios la IA. Lo que no quiere decir que sean los territorios que más destacan en su aplicación, como veremos a continuación.

Por comunidades

Analizando los datos que nos proporciona el Instituto Nacional de Estadística para los establecimientos con más de 10 empleados, se observa que el número de empresas que emplean tecnologías de IA en Galicia es más bajo que el promedio español (7,24 % por 8,32 %). Sin embargo, en otras variables, la comunidad gallega supera a las ratios nacionales, como, por ejemplo, en lo que atañe a las empresas que generan lenguaje, procesan análisis de datos o la utilizan para procesos de producción, de márketing, de logística o gestión de recursos humanos.

En España, en lo que respecta a la penetración de IA en las empresas, sobresalen cuatro comunidades (Madrid (12,8 %), Cataluña (11,9 %), Rioja (11,1 %) y País Vasco (10,7 %) sobre aquellas de menor nivel de adopción (Extremadura (6,1 %), Canarias (6,1 %), Baleares (6,2 %). Existe una relevante brecha regional que se mantiene si el análisis lo efectuamos en función de su estructura productiva sectorial. De este modo, se asocia una mayor penetración de la IA en el sector servicios más que en los restantes segmentos económicos. Así, la especialización en servicios avanzados e industriales podría explicar el mayor grado de adopción de la IA en Madrid, Cataluña y País Vasco. Por el contrario, una especialización turística no es garantía de IA (reparemos en los bajos niveles de Baleares y Canarias) ni tampoco una especialización agraria es síntoma de avances en la IA (son bajos los índices en Extremadura, Murcia y Castilla La Mancha).

Los avances en IA contribuirán a mejorar la productividad y competitividad de las empresas al permitir optimizar los procesos en el uso de grandes volúmenes de datos, identificando patrones, tendencias y oportunidades que, de otra manera, pasarían desapercibidas o serían muy costosas llevarlas a cabo. Por tanto, la optimización de las cadenas de suministros podría contribuir a reducir los costes operativos y a mejorar la calidad de los productos y servicios ofrecidos. A mi juicio, uno de los factores claves de la IA es aquel que nos permite favorecer el análisis predictivo y espolear la generación de ideas creativas; promoviendo y favoreciendo el proceso de desarrollo y la adopción de nuevos productos, servicios y modelos de negocios.

Desde otra perspectiva, la puesta en marcha de la IA va a requerir la generación de nuevas oportunidades laborales, asociadas a la demanda de nuevas habilidades y a un mayor conocimiento de la gestión de sistemas. Es decir, a la vez que se destruirán empleos, habrá una elevada demanda de otros nuevos. Derivado de este complejo proceso de adopción de la IA, tanto por las empresas como por las administraciones públicas, los resultados son muy asimétricos generando impactos sensibles en aquellas economías regionales con escasa preparación técnica y con baja intensidad en la adopción de IA.

En suma, la IA es una tecnología de uso general, a la que es preciso fijar la agenda, no vaya a ser que sea el propio algoritmo quien nos la fije; perdiendo, con ello, nuestro potencial e independencia.