'Bye bye' artificial intelligence (AI)?
MERCADOS
Hace unos días, la cotización del mayor fabricante de chips para la industria de la inteligencia artificial (AI en inglés) alcanzó de nuevo su precio máximo histórico recuperando todo lo que había perdido durante el verano. Nvidia hoy es conocida por ser el mayor fabricante de GPU del mundo. Pero su historia se remonta a hace ya unos cuantos años, cuando a mediados de los 90 revolucionó el mundo del gaming con su novedosa NV1, conocida como Diamond Edge 3D, que adoptaba el líder en juegos electrónicos de por aquel entonces SEGA, para hacer su versión en tres dimensiones de uno de los videojuegos más populares.
Para los menos avezados, las siglas GPU corresponden a Graphics Processing Unit y, en pocas palabras, es un microprocesador formado por muchos procesadores (llamados núcleos) muy pequeños, diseñados especialmente para dividir tareas complejas y trabajar en paralelo, aumentando mucho el rendimiento en los procesos de cálculo en comparación con la manera de trabajar de un microprocesador tradicional que no está diseñado para realizar este tipo de tareas. Originalmente, las GPU estaban pensadas para tratar solo gráficos básicamente para la industria de juegos, hoy son la base de la inteligencia artificial que precisa realizar millones de cálculos a la vez para trabajar con redes neuronales en procesos de deep learning.
Durante el verano el fabricante de chips presentó sus resultados financieros, en los que registró unos ingresos de más de 30.000 millones de dólares en el segundo trimestre, lo que representaba en torno a un 15 % más que lo ganado en el primer trimestre y más de un 120 % frente al mismo período del año anterior; demostrando, una vez más, que el gigante asiático es el rey de los chips y que hay demanda de IA para rato. Que la compañía sorprendiera una vez más a los analistas es importante en el contexto en el que estamos. El S&P500, a la fecha de escribir el artículo, lleva más de un 20 % en el año y Nvidia más de un 170 % de revalorización y pesa, más o menos, un 6,7 % de la capitalización total del índice. El fabricante de tarjetas capitaliza más o menos unos 3.300 millones de dólares, es la segunda compañía de mayor capitalización del mundo después de Apple y, para ponerlo en contexto, su valor en bolsa es superior a la suma del valor de Meta, Tesla, AMSL, Netflix, IBM e Intel juntas. Así que lo que pase con ella… tiene mucha relevancia.
Su cuenta de resultados está compuesta por muchas líneas de negocio, pero la mayor parte de las ventas son tarjetas de procesamiento gráfico y el desarrollo de centros de datos y computación, que es lo que más ha crecido +150 % frente al año anterior y lo que empieza a pesar más en su cuenta de resultados.
¿Qué es lo que ha hecho que el mercado empezara a ver nubarrones en el futuro?
En primer lugar, por el guidance que publicó la compañía. Tienen que hacer modificaciones importantes en el diseño del nuevo chip, que promete ser más pequeño y hasta nominalmente un 50 % más potente y llegará al mercado, pero más tarde de lo que todo el mundo esperaba. Sin duda, esto ha dado lugar a comparaciones con la burbuja de internet de finales de 1999, pero creo que se parece más al ciclo de mediados de los 90, cuando la inversión se volcaba en la infraestructura de internet.
Por otro, al igual que ocurrió con Microsoft a principios de los 2000, el regulador planea sobre la compañía y el Departamento de Justicia de EE.UU. ha iniciado una investigación antimonopolio porque los otros fabricantes de chips les acusan de abuso de posición dominante para acaparar el mercado y coacción a sus clientes.
Y, en tercer lugar, dudas de lo rentable del negocio de la inteligencia artificial para sus clientes. Microsoft y Amazon han anunciado a bombo y platillo que el 2024 sería el año en que las empresas comenzarían a desplegar la inteligencia artificial generativa a partir de unas pocas indicaciones simples y han empezado a incorporar funciones impregnadas de inteligencia artificial y al calor de Chat GPT de Open AI se han desplegado otras muchas más versiones de que nos permiten crear imágenes, textos, replicar voces, crear música de manera inimaginable hasta ahora.
Tengan en cuenta que, dentro de la inteligencia artificial, la llamada generativa es la más cara, tanto en términos de desarrollo como de funcionamiento. Para que un chat de manera automática responda a nuestras palabras o al texto que hemos escrito requiere de un despliegue de medios inimaginable. Primero, porque el modelo precisa de un entrenamiento que necesita una costosísima infraestructura de miles de GPU colocadas en grandes centros de datos, que requieren mucha energía para funcionar y mantener la temperatura baja. Eso para funcionar, pero piensen que el coste de cada actualización prácticamente triplica el de la versión anterior y la versión 4.0 del más icónico de los chats supuso un desembolso de más de 100 millones de dólares para que estuviera disponible para los usuarios.
Otro de los temas que hasta ahora no ha supuesto ningún problema, porque (casi) nadie ha levantado la mano, es respecto a la propiedad intelectual de los datos con los que se han entrenado los modelos que hoy es gratis, pero hay cada vez más voces reclamando derechos de autor de obras gráficas y literarias que sirven de base para inspirar los modelos y, en el momento en el que haya que pagar derechos de autor, el coste va a ser infinitamente superior.
La industria empieza a estar preocupada por la rentabilidad de todo esto porque es lo opuesto al software tradicional que requiere una importante inversión inicial, pero una vez creado, el coste de producir nuevas versiones y distribuirlas a los clientes es casi insignificante. No es que la inteligencia artificial no vaya a ser rentable para casi todos los sectores de la vida, que lo será, pero todo parece que llevará más tiempo de lo que el mercado ha descontado. Todavía hace falta mucho desarrollo de infraestructuras, de conectividad 5G y, sobre todo, de regulación.
Un buen ejemplo de lo que pueden tardar los productos de IA en hacerse realidad es el fabricante de automóviles Tesla. Elon Musk vendió al mundo la idea de la conducción autónoma como elemento diferencial de sus coches eléctricos desde el 2015, prometiendo sistemáticamente que sería totalmente capaz en un breve plazo de tiempo. Han pasado más de diez años y en algunos Estados americanos funcionan sistemas pseudo independientes y también podemos ver en las noticias que ya hay poblaciones en China en las que los vehículos autónomos campan a sus anchas, pero en la mayor parte del mundo la regulación sigue requiriendo el factor humano al volante capaz de reaccionar en caso de que algo vaya mal. En definitiva… lo que siempre sucede, la implantación de la tecnología va mucho más lenta de lo que nos habían anunciado.
¿Esto significa que después de todo lo que ha subido en el mercado hay que vender? Para nada. A pesar de lo que ha subido de precio y que las valoraciones están algo ajustadas en general, la importancia de la tecnología y todos los sectores que esta precisa van a seguir jugando un papel fundamental. Energía, seguridad informática, redes… es lo que mueve el mundo hoy y los próximos años, pero como siempre…paguen precios razonables. Los múltiplos a los que cotizan muchas de estas compañías están por los aires y se alimentan de expectativas y no de muchas realidades… pero no dude de que este es el sector de crecimiento y hay en realidad pocos más.