
El hidrógeno verde lleva ya varios años en la escena del sector energético. El salto de los laboratorios a la industria ha querido ser tan disruptivo y rápido que la tecnología no estaba preparada para la producción en masa con rentabilidad. Esa es la razón por la que no vemos en construcción los proyectos prometidos hace tres años. Solo el impulso público mediante subvenciones a la implantación o penalizaciones a las alternativas puede hacer atractivos los proyectos de hidrógeno para los inversores.
La tecnología aún no está preparada para el desarrollo industrial con rentabilidad por razones de costos. Actualmente, no existen economías de escala ni fábricas de electrolizadores a un nivel suficiente que permita hacer rentables los proyectos. Además, las condiciones del mercado no son favorables: los precios de los combustibles fósiles siguen bajos en comparación con los costos de la energía eléctrica, lo que impide que el hidrógeno alcance la paridad de mercado. Todo esto hace que los proyectos no sean rentables sin subvenciones, lo que ha llevado a que muchos proyectos estén paralizados.
Al mismo tiempo, la UE avanza en restricciones, penalizaciones y obligaciones. En una primera etapa, se impulsa el hidrógeno verde mediante subvenciones, pero en una segunda etapa se exigirán objetivos específicos y se impondrán cuotas. Así, se establecerán cuotas obligatorias de combustibles sintéticos para aviones y barcos, y se requerirá el consumo de hidrógeno verde por parte de los actuales consumidores de hidrógeno gris. La implementación de estas obligaciones y las penalizaciones asociadas, aún están por definirse. Pero si se hace correctamente, estas medidas darán un impulso al mercado del hidrógeno verde, ya que la Comisión Europea estará creando un escenario donde se separa el grano de la paja. Se está revelando qué proyectos tienen una estrategia sólida detrás y cuáles no. Quién cuenta con un comprador de hidrógeno firme, a un precio rentable y cuáles solo especulaban.