Guerra (comercial) total

Tom Van der Heyden PROFESOR DE OBS BUSINESS SCHOOL

MERCADOS

Kevin Lamarque | REUTERS

16 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante la primera etapa de Donald Trump como presidente de los EE.UU. ya desató un conflicto comercial sustancial con la segunda potencia económica del mundo, China. Muchos pensaron que Biden iba a reducir esa presión arancelaria, pero justo ocurrió lo contrario, al mantener e incluso ampliar los ‘castigos' tarifarios. Además, decretó medidas complementarias, por proteccionismo o por seguridad nacional, relacionadas con la exportación de alta tecnología, en concreto microprocesadores que puedan ser utilizados con fines militares por Pekín.

Nadie se esperaba que la segunda Administración Trump iba a cambiar este rumbo yendo por un camino más conciliador, a pesar de una buena primera toma de contacto con el presidente Xi Jinping. Pero la sorpresa ha sido mayúscula al ver que el recién (re)estrenado presidente norteamericano materializó hace pocos días sus amenazas de penalizar incluso a sus mejores socios comerciales, Canadá y México, con fuertes aranceles generalizados de un 25 %, aunque con tan solo un 10 % sobre los productos energéticos de su vecino del norte.

¿Qué motiva esta guerra comercial total que parece haber desatado Trump? Realmente, la motivación más sencilla es la misma que ya conocemos desde los primeros días de su primera presidencia. Su eslogan Make America Great Again! sigue siendo el leitmotiv del magnate, más combativo que nunca, reforzado por un contundente mandato popular. No es fácil adivinar las ventajas personales para Trump, pero muchos intuyen que también las habrá. No obstante, los motivos oficiales —obligar a Canadá y México a esforzarse más contra los flujos de fentanilo e inmigrantes a través de sus fronteras— son lo suficientemente claros, aunque también debatibles, sobre todo en el caso de Canadá. EE.UU. ha aumentado la presión tarifaria sobre China con un incremento del 10 % sobre los impuestos a la importación ya existentes.

¿Qué impacto tiene tanta artillería arancelaria? De entrada, tanto el dólar canadiense como el peso mexicano se han resentido en los mercados de divisas, como era de esperar, porque los analistas prevén un considerable daño a los mercados de los socios de EE.UU. en el tratado Usmca/T-MEC, un tratado que se ha quedado en fuera de juego. Este daño será aún mayor si EE.UU. mantiene o amplía los aranceles recién decretados, escenario posible en los cuatro años de la segunda era Trump.

La reacción de Canadá y México tampoco se ha hecho esperar, pero tendrá menor efecto porque a EE.UU. se la esperaba y porque a Trump el temor a una subida de la inflación en su país no parece preocuparle. ¡Parece todo un juego de póker!

Más interesante será la reacción de Pekín, porque su potencial de retaliación es mucho más potente, aunque puede que se frene para evitar ser partícipe activo en esta guerra comercial total. Lo más probable es su reacción en forma de un amplio despliegue de controles a la exportación de minerales críticos, mercado que domina desde hace décadas y donde puede hacer mucho daño a la industria tecnológica y militar estadounidense.

Mientras tanto, la UE contempla los recientes desarrollos geopolíticos y geoeconómicos desde la distancia, pero con pocas esperanzas de quedar intacta. Con una guerra activa en territorio europeo, las dos economías principales debilitadas y un fuerte debate sobre la necesidad de reforzar la innovación, la economía y la industria europea, siguiendo o no las sugerencias de Mario Draghi, la Comisión Europea tiene las manos llenas. Cuando Trump dispare su siguiente paquete de medidas, ¿cuál será el daño que sufrirá el Viejo Continente?