¿Y si pasa algo?

IVONNE POUSA Y Alfonso Cancelas FAMILY BANKERS DE BANCO MEDIOLANUM

MERCADOS

23 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta es la pregunta que nos lanzan preocupados muchos clientes nada más establecer una estrategia para planificar las finanzas familiares de cara a conseguir los objetivos a corto, medio y largo plazo, establecidos a partir de su situación personal y sus prioridades vitales. Como hemos comentado en otras ocasiones, una buena planificación supone un conocimiento profundo de los gustos, las necesidades, los deseos y los objetivos planteados por la familia. Con esa información detallada y, tras conocer los ingresos y la capacidad de ahorro del cliente, el asesor financiero puede plantear una propuesta de actuación para «poner el dinero a trabajar» en las herramientas más adecuadas para conseguir esos objetivos en función del espacio temporal al que corresponda.

Una vez hecha la planificación y distribuidos los ahorros, el cliente que estaba acostumbrado a tenerlo todo en una cuenta corriente pasa de ver en su cuenta una cantidad determinada a comprobar que solo se mantiene una cifra considerablemente inferior, exactamente aquella que se prevea necesaria para las posibles contingencias que puedan surgir, esto es, esas circunstancias conocidas habitualmente como los imprevistos.

Cabe recordar que, mayoritariamente, los españoles somos especialmente dados a mantener el dinero en la cuenta (a la vista, como se suele decir.) En concreto, el 70 % de los hogares españoles tienen 8.000 euros o menos en sus cuentas bancarias, según la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) publicada por el Banco de España. Y si los españoles son conservadores en este sentido, mucho más lo somos los gallegos. Según los últimos datos, también del Banco de España, los gallegos mantenían en cuentas a la vista un total de 66.500 millones, en el 2022.

Teniendo en cuenta esta cultura del dinero, no es de extrañar que, una vez planteada una planificación de los ahorros, cuando el cliente pasa de ver en su cuenta todo su ahorro a ver solo ese apartado dedicado a los imprevistos, se pregunte alarmado: ¿Y si pasa algo?

Es entonces cuando el asesor financiero tiene que recurrir a esa labor didáctica que, en ocasiones, resulta casi tan importante como la labor de planificación, y explicar claramente la situación para eliminar cualquier atisbo de incertidumbre. Pues bien, en caso de que pase algo, habrá que entender qué tipo de circunstancias se han dado y cuál puede ser su alcance. En este sentido, podemos encontrarnos dos tipos de sucesos a afrontar:

Si pasa algo no muy grave estaremos hablando de un imprevisto de bajo impacto económico, esas situaciones que se dan cuando la comunidad decide implantar una derrama, cuando se nos avería el coche o cuando nos vemos obligados a cambiar la lavadora. Precisamente para estos casos es para los que se crea el fondo de reserva, ese monto de dinero que mantenemos en la cuenta y que sirve para afrontar estas situaciones molestas, pero no muy graves.

Pero, ¿y si pasa algo grave o gravísimo? Entonces nos enfrentamos a un evento de alto impacto económico. Para afrontar estos casos, no es viable mantener en cuenta el coste total que podríamos necesitar para hacer frente a un evento de esta naturaleza. Es imposible cuantificar a cuánto va a ascender ese suceso (por ejemplo, el tratamiento de una enfermedad grave o la pérdida de ingresos por incapacitación o fallecimiento de una de las personas que sostiene los ingresos de la familia) y, por tanto, cuánto dinero se debe tener guardado, por si acaso. En esta situación, la manera de prever estos posibles problemas se afronta mediante un seguro que permita cubrir esas circunstancias potenciales, a través de una prima anual.

En concreto, lo que buscamos es evitar que se pongan en riesgo la consecución de los objetivos financieros familiares. Por tanto, el proceso de asegurar la situación patrimonial de la familia está implícito en la misma planificación que se diseña para poner el dinero a trabajar.

Por ello, en cualquier planificación debemos tener en cuenta la correspondiente protección para que, en caso de que ocurra un imprevisto, el resto de los objetivos de la familia puedan seguir adelante. Parece lógico entender que nuestros hijos no tengan que renunciar a ir a la universidad como habíamos previsto, pase lo que pase.

Pero no se trata de hacer un seguro cualquiera, sino de que, tras entender bien las circunstancias de cada persona, los asesores busquemos la mejor forma de proteger el capital humano, es decir, el capital total que se dejaría de ingresar en el caso de un evento de esta naturaleza. De esta manera podemos calcular el capital a asegurar para evitar esa pérdida de ingresos.

Sin embargo, hay que recordar que en España tenemos una idea del seguro como un producto estándar y que no siempre responde a nuestras necesidades reales; por eso es necesario realizar esa labor didáctica para hacer entender al cliente la importancia de que también el seguro sea una solución personalizada que, por 2 o 3 euros al día, nos aporte la tranquilidad de tener protegida a la familia.

En conclusión, el seguro es una estupenda herramienta para proteger a la familia y su situación patrimonial que debe incluirse en cualquier planificación financiera. Y, si pasa algo, tendremos un respaldo que agradeceremos en esos momentos.