Posibles escenarios mundiales

MERCADOS

Una reconstrucción poliédrica del marco internacional para el actual panorama de incertidumbre. Antes, se plantean varias opciones: pacto entre potencias; una guerra; anarquías sin líderes; globalización sin EE. UU., o el concepto trumpista de «America First»
13 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Las variables que definen el entorno mundial se han venido modificando en las últimas décadas. Asistimos a cambios muy notables que poseen relevantes implicaciones. Presenciamos numerosas tensiones sumadas a robustas dinámicas de reestructuración productiva y ajustes económicos-comerciales-financieros. Las primeras manifestaciones de estas mutaciones quedarían expresadas por la fragmentación del orden global, los impactos del cambio climático en la economía mundial son múltiples y variados, un incremento de los conflictos regionales, una elevada volatilidad en los mercados presentando nuevos saldos de ganadores/perdedores que perpetúan las brechas de desigualdad y oportunidades, y una incertidumbre en referencia a los asuntos derivados de la ciberseguridad y soberanía digital. A ello le añadimos una crisis demográfica, un incremento de los movimientos migratorios y una reestructuración de los hogares.
Bajo estos parámetros emergen tres apuestas: el proteccionismo, el nacionalismo y los autócratas. Muchos países tienden a revisar sus posiciones, yendo en contra de un multilateralismo que permitía el diálogo y el acuerdo, para centrarse en reforzar únicamente sus posiciones defensivas y ofensivas, sin importar la cohesión global. De esta manera, se presencian claros ejemplos de grandes potencias insistiendo en remarcar sus lemas y consignas que, posteriormente, desean convertirlos en postulados políticos camino de una democracia iliberal.
Pugna de intereses
El desgobierno de la época se debe a una triple pugna de intereses. La primera, viene marcada por la intensa y descarnada lucha y competencia entre potencias. La segunda, delimitada por el nuevo rol de las instituciones internacionales que se han convertido en corsés, debido a la complejidad de las normas, reglas y procedimientos que las anquilosan e impiden consensos. Y, la tercera, enmarcada en que apenas existen espacios de diálogo, dada la fragmentación, polarización y presión de los lobbies y grupos corporativos.
Durante las últimas dos décadas, las principales potencias del mundo adoptaron una visión en la que la existencia de interdependencia económica ahogaba las rivalidades y tensiones políticas. Antes, Xi Jinping como Putin y los presidentes americanos hablaban en los foros económicos mundiales. Ahora, de distintas formas y maneras, tanto EE. UU., Rusia y China se han convertido en potencias revisionistas que buscan un cambio radical en el orden económico actual.
El panorama ha cambiado. Putin lanzó su invasión en Ucrania (2022), sacrificando sus lazos económicos con Occidente en búsqueda de una nueva visión de la grandeza rusa. China, por su parte, se ha vuelto más nacionalista y amenazante en su comportamiento hacia Taiwán. Y el presidente Trump exige cambios fundamentales en el sistema de comercio internacional y modificaciones en las relaciones con sus aliados. Es decir, Rusia desea reconstruir su influencia perdida; China se ha convertido en una superpotencia en ascenso que quiere que el mundo se adapte a sus ambiciones; y Estados Unidos desea mantener su hegemonía en el planeta y mantener al dólar como moneda reserva del mundo, a la vez que sustentar la seguridad del mundo.
Ante este nuevo entorno, las aspiraciones de Trump se encaminan a cambiar casi todo; esto es, «cuestionar casi todos los elementos de orden internacional liberal: comercio, alianzas, integración, multilateralismo, solidaridad entre democracias, derechos humanos...». En lugar de apoyar el status quo internacional, la política de Trump es convertirse en el principal disruptor del mismo. Los aliados tradicionales de EE. UU. están inquietos y se sienten amenazados por los cambios que la administración Trump promete llevar a cabo. A modo de ejemplo, EE. UU. ha decidido imponer aranceles a las democracias del Reino Unido, Japón, Canadá, Corea del Sur y a toda la UE, entre otros, que estaban acostumbradas a escenarios de mercados abiertos; o con cuestionar las garantías de seguridad, en lo tocante a la cláusula de defensa mutua a los países OTAN.
Equilibrios y amenazas
Los análisis recientes reflejan tanto una controversia sobre los equilibrios de poder como con las amenazas en torno al orden económico global. Así, Estados Unidos, Rusia y China son naciones que exigen cambios en las fronteras internacionales y ajustes en el orden de seguridad global y regional. Tanto Putin como Xi ven oportunidades en la situación global actual. El presidente chino elogió «la emergencia de una nueva era global definida por las turbulencias y las transformaciones». Putin, por su parte, adoptó un tono similar afirmando «ante nuestros ojos, está surgiendo un orden mundial completamente nuevo». Y, recientemente, Trump avanzó que era su interés incorporar Groenlandia y rescatar el canal de Panamá. Parece que los tres líderes utilizan el mismo lenguaje y que juegan con los mismos sentimientos. Creen que sus países deberían aumentar su riqueza y poder; y que los demás se encuentran en declive.
La economía mundial afronta el segundo cuarto del siglo XXI con señales de cambios de paradigma; marcado, fundamentalmente, por el regreso de Trump a la presidencia americana. Se podría caracterizar esta nueva era de un nuevo impulso de nacionalismo económico (por la vía de las guerras comerciales y la imposición de aranceles), por un nuevo revulsivo en el sector energético (con la voluntad de incrementar las energías fósiles), por un apoyo y cambios en otros sectores (como el tecnológico y el financiero), y por las modificaciones en el campo de las regulaciones. La irrupción de acontecimientos imprevistos y los múltiples shocks exógenos pueden llegar a cambiar la realidad. A riesgo de equivocarnos, planteamos cinco escenarios posibles: un pacto entre potencias; un escenario de guerra; un mundo anárquico sin líderes; una globalización sin el dominio de EE. UU., y un escenario en el que prime el concepto trumpista de America First.
En conclusión, se vislumbra una reconstrucción poliédrica del marco general vinculado a un juego de probabilidades y de deseos. La gran dificultad radica en cómo se van a desarrollar las tensiones y las acciones tendentes a armonizar y a consolidar un nuevo orden mundial aceptado por la gran mayoría de países, personas e instituciones.
Características de los posibles escenarios
Un nuevo gran pacto de potencias
Gran determinación sobre cómo evitar la guerra entre potencias. EE. UU. llega a un acuerdo con Rusia y China: EE. UU. concede tácitamente a Rusia y a China esferas de influencia en sus regiones. EE. UU. se concentra en su propia región, presionando a México y Canadá. Mantiene su aspiración sobre Groenlandia y el Canal de Panamá. Flexibilización de las restricciones tecnológicas y los aranceles sobre China a cambio de que este país compre productos americanos. Cierre de acuerdos preferenciales para ciertas empresas americanas en suelo chino. Europa tendrá que defenderse por su cuenta.
Guerras por accidentes
Loa aliados occidentales tienen guerras comerciales entre ellos. La inestabilidad política se extiende por Europa con el ascenso de fuerzas populistas simpatizantes de Trump y de Putin. Se acuerda alto el fuego en Ucrania, pero existe un temor generalizado en Europa. EE. UU. no se dispone a defender a sus aliados. Algunos países aprovechando el caos occidental lanzan acciones similares en Asia y Europa. Las democracias se ven arrastradas al conflicto.
Anarquía en un mundo sin líderes
Tanto EE. UU., China, Rusia y la UE evitan el conflicto directo, pero las políticas de Trump en materia de comercio, seguridad e instituciones crean un vacío de liderazgo. El crecimiento económico se ve debilitado por las guerras comerciales. Los conflictos civiles en países africanos se intensifican. La ONU se ve debilitada por la rivalidad entre las grandes potencias y no posee poder para intervenir. En su lugar, la competencia de potencias regionales por potenciar sus ventajas y recursos alimentan los conflictos. Los partidos políticos populistas, que desprecian la democracia liberal, prosperan en una atmósfera de inestabilidad social y económica.
Globalización sin EE. UU.
EE. UU. se refugia en su territorio con altos aranceles y abandona la Organización Mundial del Comercio (OMC). El resto del mundo responde a la autarquía americana acelerando su interdependencia económica. La UE ratifica nuevos acuerdos comerciales con Mercosur y firma acuerdos con India y China. Europa abre sus mercados a los vehículos eléctricos y tecnología verde de China a cambio de que estos instalen fábricas en Europa. Se acentúa la integración de los países SUR-Global con China y se asiste a un relanzamiento de los Brics.
El«America First» (Primero América) triunfa
La inversión se dirige a EE. UU., aumentando su liderazgo tanto en tecnología como en financiación. Los europeos y japoneses aumentan drásticamente su gasto en defensa para poder disuadir las agresiones rusas y chinas. Los aranceles americanos reducen el crecimiento chino, lo que sume al sistema chino en crisis. El prestigio de Trump se dispara dentro y fuera de EE. UU. Los liberales americanos son acallados e intimidados. El mercado bursátil alcanza máximos.