
La empresa de Lugo ofrece un «software» para testear si gusta o no gusta un producto a lo largo de todo el ciclo de vida y así tomar decisiones informadas
29 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Empezó como una tesis doctoral y hoy, casi una década después, es responsable de un software con el que las empresas pueden tomar decisiones a lo largo de todo el ciclo de vida de un producto integrando la opinión del consumidor en cualquier punto del proceso. TasteLab es una spin off de la Universidade de Santiago que dirige Maruxa Quiroga, autora de la tesis doctoral que fue germen del proyecto y que dirigían las profesoras del campus de Lugo Lourdes Vázquez, Ángeles Romero y Nieves Muñoz, que son socias también de la empresa.
Dicho trabajo de investigación estaba centrado en la evaluación sensorial y el análisis de datos. TasteLab arrancó como consultora y durante estos años ha ido evolucionando hasta convertirse en una empresa tecnológica que comercializa el software Sensesbit, que está presente en nueve mercados y que hace poco ha sido premiado en los FTalks Startups Awards 2025, un evento especializado en el ámbito de la innovación en el sector de alimentos, tecnología e impacto social.
«Siempre habíamos querido desarrollar una tecnología para que la empresa pudiese hacer sus propias catas», explica Maruxa Quiroga, consejera delegada de una empresa con sede en Lugo que comenzó con ella sola y que hoy conforman un equipo de 15 personas. Hace cinco años iniciaron ese plan de creación de un equipo para que diseñase internamente una tecnología, que se pudiese poner a disposición de la industria. «Incluso antes de tenerla disponible, nos la empezaron a solicitar , sin que nosotros saliéramos a venderla», recuerda la directiva de TasteLab. Con esa confirmación de que había una necesidad de mercado, lanzaron Sensesbit.
«En un proceso industrial hay primero una idea, luego pasa por I+D, que hace prototipos, de todos ellos se elige uno, se convierte en producto y ese producto pasa a calidad para asegurarse de que es robusta y homogénea y posteriormente llega al lineal, donde a veces hay que hacer benchmarking, enfrentarse a la competencia, reformular...». En todos los puntos de ese proceso, en ese ciclo de vida de un producto, «se puede medir si gusta o no gusta, y así, cuando llega al lineal lo hace con más acierto».
Integrar al consumidor
Maruxa Quiroga cita una estadística que revela que el 80 % de los productos que se lanzan al mercado fracasan o no llegan al año de vida. Y a veces se olvidan del consumidor. «Al consumidor hay que integrarlo todo el tiempo y este software ayuda a estar testando con consumidores, con personas que lo van probando».
El input de Sensesbit es la información que proporcionan a través de cuestionarios de usuarios, que hablan de su experiencia con el producto y si les gusta o no. El ouput es una salida automática para la toma de decisiones en cualquiera de las fases del ciclo de vida. «Son decisiones importantes, a veces hablamos de decisiones de millones de euros «, explica la responsable de TasteLab.
El software permite integrar la experiencia del consumidor en numerosos ámbitos, incluyendo el alimentario, el sector de la cosmética, perfumes o productos de limpieza, como toallitas o detergentes de la ropa. «Todo producto de consumo es susceptible de medir su sensorialidad, porque es importante», señala Maruxa Quiroga. Lo es hasta el punto de que las personas consumidoras van a decidir la compra, y también la recompra, en función de «lo que le haya gustado cuando tuvo la experiencia en su casa».
Eso es lo que ofrece Sensesbit, la posibilidad de integrar a lo largo de todo el proceso la opinión del consumidor a través del sistema de estar «haciendo testeos en industria». Hasta la llegada de esta herramienta, lo que existía en el mercado son consultoras y empresas de estudio de mercado «que puntualmente y para un estudio muy concreto son contratadas para una cata». Sensesbit además es un software ágil, sencillo en su uso, con algoritmos e inteligencia de datos automatizada, lo que permite al administrador o a la persona que gestiona la plataforma «tomar decisiones rápidas, ágiles y de calidad, con criterio y rigurosas», explica la responsable de TasteLab.
Porque la toma de decisiones en productos de consumo ha cambiado también. Si antes era la dirección la que escogía entre las opciones, ahora prefiere conocer la opinión de los consumidores para hacer modificaciones sobre las propuestas, con lo que es imprescindible saber cómo es la experiencia con el producto.
Maruxa Quiroga y TasteLab caminan entre el mundo de la academia y el de la empresa. «Ese conocimiento científico básico ayuda a que, cuando se aplique, sea con criterio y rigor», explica. «A día de hoy, que yo ya ni hago investigación básica, sigo yendo a referencias bibliográficas a coger ideas para luego transformarlas en algo aplicado para la industria».
Esa íntima conexión también permite a la industria sumergirse en procesos largos, como el de la investigación, que de otra manera no afrontaría. «Creo que si la ciencia no se alimenta de la industria, no existiría», afirma la responsable de TasteLab, ya que la vocación científica es también solucionar problema. Y además, la creación de empresas basadas en el conocimiento genera empleo altamente especializado. «Pero tengo que decir que es duro, que parece que se da mucho apoyo a este talento, pero faltan ayudas de las instituciones para retenerlo y para que siga apostando por la ciencia, y se pueda transformar en tejido productivo, contratos y cuentas de resultados de empresas exitosas».
Maruxa Quiroga (en el centro) recoge el galardón de los FTalks Startups Awards 2025, que han premiado el software Sensesbit para testar la experiencia del consumidor con un producto que ha desarrollado la empresa lucense durante los últimos cinco años.