Minerales y energías limpias: la oportunidad de Galicia

José Ramón Franco PRESIDENTE DEL CLÚSTER DE ENERGÍAS RENOVABLES DE GALICIA (CLUERGAL)

MERCADOS

03 ago 2025 . Actualizado a las 21:55 h.

La transición energética es, probablemente, el mayor desafío tecnológico y económico del siglo XXI. Requiere reemplazar los sistemas energéticos basados en combustibles fósiles por modelos sostenibles, limpios y renovables. Para alcanzar este objetivo, no basta con instalar paneles solares o aerogeneradores: es necesario disponer de una cantidad creciente de materias primas que permitan fabricar, mantener y hacer funcionar las nuevas tecnologías. En este contexto, Galicia puede convertirse en una región clave, si sabe gestionar de forma estratégica sus recursos naturales.

Las tecnologías limpias dependen de elementos químicos específicos. Galicia, por su posición geográfica y un régimen de vientos favorables, es una de las regiones líderes en energía eólica en España. Esta fuente de energía necesita grandes cantidades de cobre, tierras raras como el neodimio y el disprosio para los imanes de los aerogeneradores, y zinc para la protección contra la corrosión. Otro ejemplo es la energía solar, que requiere silicio de alta pureza, además de plata, cobre, indio y cadmio para las placas fotovoltaicas.

Por su parte, la energía geotérmica utiliza más acero por megavatio que la eólica, especialmente aleaciones resistentes a la corrosión que requieren minerales escasos como el titanio, el molibdeno, el níquel, el cromo, el cobre o el manganeso. En Galicia, aunque las instalaciones geotérmicas se limitan actualmente a usos de baja entalpía, como calefacción y refrigeración mediante bombas de calor, también estas requieren materiales específicos como aceros especiales, cobre y aluminio. Además, zonas con un elevado potencial geotérmico, como Ourense, podrían beneficiarse del desarrollo de tecnologías que permitan el aprovechamiento de fuentes de alta o media entalpía, lo que reforzaría la demanda de esos minerales estratégicos.

Otro factor clave en la transición energética es el almacenamiento, imprescindible para garantizar un suministro constante de energías renovables. Las baterías se han convertido en la tecnología dominante, tanto para vehículos eléctricos como para almacenamiento estacionario. Estas baterías requieren minerales como silicio, litio, cobalto y níquel, además de otros como aluminio, manganeso o plomo.

La carrera por asegurar el suministro de estos materiales ya ha comenzado. Las grandes potencias están compitiendo por el acceso a minas de litio en América Latina, de cobalto en el Congo o de tierras raras en Asia. En este contexto, Europa ha definido una lista de materias primas críticas, cuya disponibilidad condiciona la viabilidad de su transición energética e industrial.

Galicia tiene mucho que decir en este escenario. Nuestra comunidad posee reservas de 5 de las 34 materias primas críticas identificadas por la Unión Europea (estaño, litio, magnesio, silicio metálico y wolframio) e indicios de al menos 10 (antimonio, barita, cobalto, grafito natural, niobio, platino, tántalo, tierras raras ligeras, tierras raras pesadas y titanio). Si se gestionan de forma responsable, estos recursos podrían reducir la dependencia exterior, además de reindustrializar Galicia en torno a sectores de alto valor añadido, como la fabricación de componentes tecnológicos, baterías, o sistemas renovables completos.

Por supuesto, la extracción de estos minerales debe hacerse bajo criterios estrictos de sostenibilidad ambiental y social. Si queremos alcanzar una sociedad alimentada por energías limpias, necesitamos aceptar que los minerales son el primer eslabón de esa cadena. Y si queremos que esa transición sea también justa y estratégica, Galicia no puede quedar al margen. Contamos con los recursos, el conocimiento técnico y un modelo de minería sostenible que ya es una realidad. Ahora, lo que se necesita es voluntad para integrar esta capacidad en la planificación energética e industrial del futuro.