Evolución, no revolución

Marc Bara PROFESOR DE OBS BUSINESS SCHOOL

MERCADOS

Carlos Díaz | EFE

10 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La computación cuántica es una industria aún en etapas tempranas de desarrollo comercial. D-Wave, posicionado como el jugador más comercialmente avanzado, ha reportado ingresos de solo 1,9 millones de dólares en el último trimestre, una cifra modesta comparada con los miles de millones que IBM, Google y Microsoft invierten en investigación cuántica como parte de portafolios tecnológicos más amplios. El mercado global de computación cuántica alcanzó los 2,1 mil millones de dólares en el 2025. Pero estas cifras no corresponden necesariamente a aplicaciones comerciales maduras que generen valor directo para el usuario.

Más allá del ruido mediático, las aplicaciones comerciales genuinas de la computación cuántica siguen siendo limitadas pero crecientes. Japan Tobacco ha demostrado mejoras en el descubrimiento de fármacos usando sistemas D-Wave para el entrenamiento de modelos de lenguaje grande, generando estructuras moleculares más válidas que los métodos clásicos. Empresas como Mastercard o Volkswagen utilizan sistemas quantum para la optimización en logística y finanzas. Los servicios en nube quantum (AWS Braket, IBM Quantum, Azure Quantum) están democratizando el acceso, permitiendo a empresas experimentar con algoritmos cuánticos sin inversión en hardware; pero la industria enfrenta obstáculos significativos para la adopción masiva. Existe una demanda proyectada de 10.000 trabajadores especializados para este año, pero solo habrá suministro de 5.000. Los sistemas cuánticos actuales requieren condiciones extremas: temperaturas de 0,015 Kelvin (más frías que el espacio exterior) y arquitecturas complejas del tamaño de automóviles para mantener unos pocos miles de qubits. Esto los hace inadecuados para la mayoría de las aplicaciones comerciales directas, relegándolos a centros de investigación especializados y acceso remoto vía nube. Por tanto, el 2025 representa un momento de transición, pero no un verdadero punto de inflexión.