El papel de los montes en mano común en Galicia
MERCADOS

Una figura específica de la comunidad autónoma que facilita la explotación sostenible de los recursos pero que falta la capacidad necesaria para revitalizar económica y demográficamente estos espacios
17 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Desde hace varios años el Centro de Estudios Cooperativos de Galicia publica el Informe sobre la Economía Social, una referencia obligada para conocer el papel fundamental de estas actividades en nuestra comunidad autónoma.
Uno de los capítulos en los que colaboro se centra en el estudio de los montes vecinales en mano común. Se trata de una figura específica en Galicia, donde la titularidad corresponde a las agrupaciones vecinales y no permite su divisibilidad. Estas comunidades tienen un carácter abierto e inclusivo y ofrecen oportunidades para la explotación sostenible de los recursos, que claramente pueden generar empleo y ayudar a combatir la despoblación rural en Galicia.
Efectivamente, el monte gallego, y especialmente el monte vecinal en mano común, se configura como un espacio óptimo para múltiples actividades, tanto directas cómo indirectas. Dentro de las primeras estaría la mejora de la explotación forestal, a través de la generación de madera o la utilización de la biomasa como combustible, el aprovechamiento ganadero y la producción de productos como setas, castañas, nueces, resinas o plantas aromáticas y medicinales. Entre las indirectas se puede señalar el diseño y promoción de zonas recreativas, rutas de senderismo, o programas de educación ambiental para la conservación de estos recursos.
Es evidente que la explotación de estas actividades permite fijar población en zonas rurales, frenando la tendencia a la pérdida poblacional que amenaza la supervivencia de estos núcleos. Al mismo tiempo, el monte gallego tiene capacidad para introducir nuevas actividades, que si bien no siempre garantizan una alta rentabilidad económica, sí que pueden ejercer una importante función social y medioambiental bajo una triple vertiente: social, económica y ambiental.
Todas estas acciones comparten como denominador común, la utilización sostenible de los recursos locales y el fomento del crecimiento endógeno y regional. En consecuencia, el monte gallego tiene potencial para conformar uno de los principales motores de empleo en medio rural, especialmente en aquellas zonas en peligro de despoblación, ya que pueden evitar, o por lo menos, ralentizar este proceso. Las comunidades y las mancomunidades de montes vecinales pueden aprovechar estos recursos más allá de la mera función extractiva, generando un mayor valor añadido. Al mismo tiempo, este aprovechamiento suele ser respetuoso con el medio ambiente, en línea con el establecido en el Pacto Verde Europeo. Esto permite una mayor diversificación de la actividad del monte, mejorando su rentabilidad económica y social.
Para que el monte se configure cómo uno de los principales motores del empleo local es preciso que las comunidades de montes sean capaces de transformar los recursos del bosque. Sin embargo, lograr este objetivo no es una tarea sencilla, especialmente en las provincias de Ourense y Lugo, por la especial situación demográfica.
Precisamente, es necesario planificar productivamente y evaluar el potencial de sus recursos, garantizando un mayor control y supervisión interna. Es crucial reconocer y aprovechar la riqueza de las zonas rurales de Galicia, que actualmente están infraexplotadas y sufren pérdidas económicas y demográficas significativas. Sin duda, optar por esta vía garantizará la supervivencia de las zonas rurales, incentivando su rentabilidad. La gestión de recursos naturales requiere una planificación previa que se ordene el monte.
Por lo tanto, se hace necesario un análisis exhaustivo de las posibilidades actuales y futuras, y evaluar las capacidades del monte para planificar funciones, productos y servicios que se puedan obtener del monte vecinal. La principal limitación es que no siempre se cuenta con suficiente preparación técnica para llevar a cabo esta compleja tarea; de ahí la necesidad y conveniencia de contar con personas profesionales para los diferentes usos del monte.
Paralelamente, se debe evitar una sobrexplotación del recurso, en aras de alcanza el equilibrio entre un territorio productor de bienes y servicios y al mismo tiempo el respeto natural y paisajístico. Este aprovechamiento racional puede realizarse directamente por los comuneros (para su beneficio privado o familiar) o por la propia comunidad (para beneficio colectivo). También es posible el aprovechamiento indirecto, por medio de un consorcio, convenio o contrato con la administración forestal o con otras personas o entidades que se encarguen de la gestión del monte. En cualquiera caso, siempre es necesario una planificación previa que valore la capacidad y las limitaciones de cada zona, para alcanzar un desarrollo sostenible.
En Galicia se detecta una gestión no cualificada, un bajo nivel de interés y compromiso de los comuneros y un excesivo foco en la explotación forestal como la principal forma de rentabilizar el recurso forestal. Se revelan un conjunto de ineficacias que pueden poner en peligro las oportunidades para convertirse en una actividad económica sostenible.
En consecuencia, nos enfrentamos a una paradoja: aunque Galicia tiene recursos con un enorme potencial económico, una parte importante de las zonas rurales está subexplotada y experimentan un intenso proceso de deterioro económico y demográfico. Esto significa que estos territorios no son capaces de ofrecer a la población una opción económica atractiva, siendo uno de los principales problemas a corregir.
El peligro del abandono de los usos tradicionales para el paisaje rural se traduce en una pérdida de la biodiversidad y no favorece la prevención de incendios, ya que el monte queda sin control ni vigilancia. No podemos obviar que el modelo tradicional de gestión del monte resulta útil para el mantenimiento de ecosistemas diversos y de alto valor ecológico, ya que se está comprobando como el abandono de los sistemas comunitarios tradicionales afecta negativamente la biodiversidad y aumenta el riesgo de incendios.
En resumen, este tipo de montes pueden contribuir a la generación de actividad económica y empleo en el rural, no solo a través de la explotación forestal tradicional sino también mediante de múltiples usos complementarios. Además, estos usos permiten activar dinámicas endógenas que ayudan a frenar la despoblación y a revitalizar los núcleos rurales. El recurso lo tenemos, ahora solo nos falta la capacidad para utilizarlo racionalmente.