La digitalización de las monedas
MERCADOS

El último trimestre del 2025 se presenta decisivo para la emisión e implantación del euro digital. El pasado 16 de julio, el Banco Central Europeo ( BCE) presentó el Tercer informe de progreso de la fase de preparación, que comenzó en noviembre del 2023, de una moneda digital que está diseñada para ser un medio de pago electrónico respaldado por el banco europeo y en el que están trabajando, de una manera colaborativa y dinámica, los bancos centrales nacionales, representantes de consumidores , comercios y expertos, entre otros operadores.
La adopción de una moneda digital ocupa y preocupa a más de un centenar de países (134) y uniones monetarias que representan el 98 % del PIB mundial. Bahamas con el sand dollar; Jamaica, con la jamaica digital exchange o jam-dex; y Nigera, con eNaira, fueron los países pioneros en operar con sus propias CBDCs (Central Bank Digital Currency). En marzo de este año se ha sumado China con el yuan digital; el drex brasileño y la rupia digital se encuentran en período de prueba y las previsiones indican que en el año 2030 tengamos 15 monedas digitales en el panorama internacional, entre ellas el rublo digital, el e-Krona sueco o la DCJPY japonesa, entre otros.
En Europa, la iniciativa de la creación de un euro digital se justifica por la disminución del uso de efectivo y el aumento de las operaciones de pago electrónicas, que además se concentran en manos de proveedores privados y no europeos. La constatación de la creciente tendencia hacia el uso de medios digitales de pago con tarjetas sin contacto y a través de dispositivos móviles y otras soluciones electrónicas cada vez más innovadoras hacen necesaria la evolución a un CBDC europeo.
Existe también la demanda de disponer de una moneda digital pública que permita realizar transacciones en un entorno digital (evitando la dependencia de infraestructuras externas para dichas operaciones) y que sea competitiva a nivel global sirviendo de estrategia frente a competidores internacionales.
Otra de las razones que justifican la creación de una moneda digital europea sería la de la inclusión financiera. A diferencia de otros métodos actuales, el euro digital garantizaría, en teoría, mayor accesibilidad universal ofreciendo monederos digitales básicos sin coste y accesibles a través de oficinas públicas, incluso sin cuenta bancaria y sin depender de la solvencia de ningún banco privado. El sistema de pagos sería eficiente: operaciones instantáneas, 24/7, incluso offline y sin comisiones.
Sin embargo, es necesario que el euro digital sea socialmente aceptado y para ellos debe respetar unas condiciones de implementación que sean graduales, voluntarias y acompañadas de un marco legal que proteja los derechos de toda la ciudadanía garantizando la privacidad del usuario y minimizando los riesgos de exclusión digital para los ciudadanos sin acceso a las tecnologías o sin las habilidades necesarias.
El manejo de datos personales y transaccionales es un tema sensible, tal y como advierte el FMI, no solo por el componente ético, sino porque será el factor decisivo en la aceptación por parte de la ciudadanía. Solamente si el BCE consigue establecer una total transparencia en el uso de datos limitándose a recoger los estrictamente necesarios y con el compromiso de no acceder a datos personales, el euro digital generará confianza y podrá ser aceptado .