La Oficina de Economía Circular Industrial cumple medio año de vida. En estos seis primeros meses, su equipo ha atendido a empresas como Grupo Puentes o Coregal. El objetivo es conectar compañías que generan excedentes con otras que pueden reutilizar esos residuos como recurso.
05 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Si hay un sector económico en Galicia que sabe exprimir su materia prima ese es el del mar-industria. En la factoría de la Real Conservera Española en Cambados, por ejemplo, no se desperdicia nada: «Todos los residuos orgánicos son procesados casi a diario a través de diversas empresas de origen gallego con el fin de reutilizarlos para la elaboración de harinas de pescado y piensos para aves», explican en su web. Restos de marisco y pescado, conchas de moluscos e incluso el aceite de oliva que emplean en su factoría tienen una segunda vida. Puede parecer una política medioambiental muy moderna si la llamamos «economía circular», pero no es otra cosa que hacer lo que se hacía en Galia toda la vida: aprovechar todo. «Del cerdo, hasta el rabo».
Y es que lo que una empresa puede desechar —residuos pesqueros o agrícolas, sin ir más lejos— otra puede emplearlo en la elaboración de su propio producto —fertilizantes biológicos—. «El sector primario gallego presenta un alto potencial para avanzar en la circularidad económica. Si tomamos el conservero como ejemplo, el 40-50 % de la materia prima puede perderse en forma de residuo. Sin embargo, dichos residuos pueden ser fuentes valiosas de componentes como proteínas, aceites, pigmentos, vitaminas, minerales o enzimas, teniendo un uso potencial hacia alimentos o fármacos que valoricen el subproducto y minimicen el impacto ambiental que provocan», explican Miguel Rodríguez y Ana Rodríguez en el Estudio del Ecosistema de Economía Circular de Galicia.
Y eso se puede aplicar a todo el tejido productivo gallego, desde el textil hasta la automoción. Desde el uso de residuos forestales para elaborar prendas con nuevas fibras hasta el reciclaje de las baterías de los coches eléctricos para reducir el consumo de materias primas críticas como el litio, el cobalto o el níquel, que además de ser costosas para el bolsillo también lo son para el medio ambiente —por la huella que deja la actividad extractiva—.
Las iniciativas ya se están poniendo en marcha y tanto el sector público como el privado se han puesto manos a la obra para ir creando una enorme red empresarial con circuito cerrado donde todo se utiliza y nada se desperdicia.
Los comienzos nunca son sencillos. ¿Por dónde empezar? ¿A quién le pueden interesar los excedentes de mi empresa? ¿Dónde puedo obtener materia prima más cerca y más económica? Estas son algunas de las dudas que trata de resolver la Oficina de Economía Circular Industrial (OECI) que impulsa la Xunta. Abrió sus puertas en Galicia el pasado mes de mayo y en estos seis meses de rodaje, su equipo ha asesorado y orientado a algunas compañías como Grupo Puentes o Coregal en actuaciones orientadas a buscar oportunidades de colaboración y para transformar sus modelos de negocio. «Desde a súa posta en marcha, está a de atender un volume crecente de consultas, tanto por parte de empresas como de entidades sectoriais», señalan desde la Consellería de Medio Ambiente e Cambio Climático.
Hay varios frentes sobre los que se puede actuar, como señala el Plan de Gestión de Residuos Industriales de Galicia (PRIGA) 2023-2030: el ecodiseño, la mejora de la eficiencia en la gestión de los residuos o en la innovación para reducir el desperdicio y añadir valor a los productos. Todo ello repercute en la competitividad de las empresas gallegas y en el estado de salud del ecosistema.
Por si el incentivo verde no fuera suficiente, hay que tener en cuenta que la circularidad reduce la dependencia de terceros países, abarata las facturas y permite responder con más facilidad a la demanda cuando se producen desajustes en las cadenas de suministro globales.
Los técnicos de la OECI prestan ayuda tanto telemática como presencial —con visitas técnicas a empresas que necesitan apoyo específico para integrar la circularidad en sus procesos—. Y esta solo es una faceta sobre la que están trabajando. De forma paralela, están identificando cuáles son las necesidades que tiene el tejido productivo con las que elaborarán el Inventario Galego de Accións Circulares, una especie de enciclopedia que recopilará información sobre los actores, ,iniciativas e indicadores clave que permitan medir el avance de la circularidad en Galicia.
Participación empresarial
Ninguna política pública puede tener éxito si no viene acompañada del compromiso firme de la sociedad y, en este caso específico, de las empresas. Por eso la Xunta, a través de la OECI, quiere ver cómo respiran, qué necesidades tienen y qué oportunidades pueden surgir con el nuevo modelo de gestión de residuos industriales. Esa es la razón por la que mantiene la puerta abierta a la adhesión —a través del portal GAIA— de cualquier compañía a cualquiera de sus grupos de trabajo.
El de «Simbiose Industrial» se constituyó para identificar oportunidades de colaboración entre sectores —por ejemplo, entre una empresa alimentaria que tiene un excedente de agua y una química que la necesita para refrigerar— con la vista puesta en «deseñar proxectos conxuntos que permitan aproveitar recursos e reducir residuos». Además, se ha impulsado un programa de asesoramiento que conecta a empresas tractoras con otras que desean mejorar y hacer circulares sus procesos (Programa Mentoring en Circularidade Industrial).
El segundo grupo de trabajo (Capacidades Reais de Tratamento de Residuos) está enfocado en analizar la red de infraestructuras gallegas dedicadas a la gestión de residuos industriales con el fin de conocer cuál es la capacidad operativa real que hay en la comunidad. De esta forma, la Xunta conocerá con más detalle dónde son más necesarias las inversiones y podrá anticiparse a necesidades futuras.
Un tercer grupo de trabajo está a cargo de la elaboración de la Bolsa de Subproductos de Galicia, una plataforma digital que conectará a las empresas que generan excedentes con aquellas que quieren reutilizar esos residuos como recursos. «Facilitará o intercambio de materiais e reducirá a xeración de residuos», explican en Medio Ambiente. Está prevista su activación en este 2026.