La planificación financiera-fiscal: una materia pendiente
MERCADOS
No siempre resulta sencillo la toma de decisiones en materia de ahorro e inversión. Cada elección incide en la rentabilidad, pero en muchas ocasiones, se olvida el impacto fiscal que pueda ocasionar. Para ello, se recomiendan conocimientos básicos de matemáticas financieras y de tributación genera
19 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La fiscalidad es algo que afecta prácticamente a todas las personas físicas. Así, las decisiones económicas, especialmente aquellas relacionadas con el ahorro y la inversión, se ven claramente condicionadas por la componente tributaria.
Una vez conocida la rentabilidad bruta o financiera —aquella antes de impuestos— de nuestras inversiones (por ejemplo, depósitos, seguros de vida-ahorro, planes y fondos de pensiones, fondos de inversión), el paso siguiente es determinar el papel y la influencia de la fiscalidad sobre el rendimiento financiero. Es necesario pasar de la rentabilidad bruta a la rentabilidad neta, esto es, después de impuestos. Se trata de determinar la rentabilidad financiera-fiscal. Esta es la clave de bóveda para determinar el interés final percibido por nuestra inversión tras pasar por la caja de la Hacienda Pública.
Por este motivo, es recomendable tener algunos conocimientos básicos de fiscalidad aplicada y de matemáticas financieras. No se trata de ser una persona experta en el mundo tributario ni dominar complejas fórmulas financieras, sino conocer y aplicar algunos conceptos que condicionan las decisiones de ahorro y que pueden servir para elegir correctamente entre diferentes opciones.
Para todas las personas físicas —con independencia de si están obligadas a presentar declaración— el tributo de referencia que somete a los instrumentos de ahorro e inversión es el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. El IRPF se fundamenta en un sistema dual, donde, entre otros, los rendimientos del trabajo (como una nómina, pensiones y cobertura por desempleo), de capital inmobiliario (alquileres de inmuebles), de actividades económicas (rentas de personas empresarias y profesionales) y rentas imputadas (a modo de ejemplo, segunda y ulteriores viviendas en propiedad) se encuentran sometidas a la tarifa progresiva del IRPF.
La mayor parte de los rendimientos del capital mobiliario, así como las ganancias y pérdidas patrimoniales por transmisión de elementos patrimoniales se encuentran sujetos a un tipo reducido por ser rentas de ahorro e inversión. Estas tributan entre un 19 % y 30 %, mientras que la tributación de los rendimientos del trabajo o de las actividades económicas pueden llegar a ser del 47 % para rentas superiores a los 300.000 euros. En consecuencia, en el IRPF, el ahorro está mucho menos gravado que la parte general de los rendimientos. Esto es así porque, desde hace muchos años, el IRPF ha venido apostando por una mayor neutralidad en los mercados financieros, para mitigar el efecto fiscal sobre la decisión de los productos financieros.
A la hora de elegir entre instrumentos de ahorro e inversión es preciso señalar que los impuestos afectan a su resultado. Con independencia del activo financiero que se contrate, la fiscalidad puede suponer un aliciente, o bien una rémora, para invertir en determinados activos.
Conociendo mínimamente cómo funciona el IRPF es posible alcanzar cierto ahorro tributario. Así, es necesario valorar la reducción en la base imponible por las aportaciones a planes de pensiones individuales o de empresa o el ventajoso tratamiento fiscal para las operaciones de capitalización, como sucede cuando se contrata una renta vitalicia o temporal.
La variable temporal también juega un papel muy importante. Pagar más tarde a la Hacienda Pública equivale a pagar menos, sobre todo en momentos con elevadas tasas de inflación, ya que la deuda es en términos reales de menor cuantía. Además, el IRPF establece un sistema de tributación en función del momento de generación del rendimiento o la ganancia o pérdida patrimonial. Por ejemplo, un fondo de inversión solo se fiscaliza cuando se liquida, no por «la ganancia latente» o no realizada que todavía no se ha producido.
Así, los planes de pensiones generan rendimientos del trabajo cuando se perciben —generalmente cuando llega la jubilación— de ahí que el tipo marginal del contribuyente en ese momento suele ser inferior al que tendría cuando está trabajando. O, dicho de otra forma, los planes y fondos de pensiones, tanto individuales como de empresa, si bien tributan como rendimiento del trabajo, lo van a hacer, por lo general, a un tipo inferior al que estaría sometido el contribuyente durante su vida activa.
Cuando se realiza la aportación se puede contemplar la existencia de reducciones fiscales en la base imponible que pueden minorar notablemente el importe que finalmente aportan los individuos. Además, sobre la fase de acumulación puede operar alguna exigencia fiscal, que reduce la rentabilidad financiera, por ejemplo, pagar a la Hacienda Pública por los intereses recibidos, aunque no se rescate el capital. Finalmente, habría que valorar qué sucede cuando el impuesto grava el pago percibido, esto es, la fase de rescate.
Por su parte, los rendimientos de capital mobiliario son aquellos que se derivan de las inversiones en acciones, depósitos, deuda pública y privada e instrumentos de ahorro e inversión. Adicionalmente, hay que considerar que cierto tipo de instrumentos de ahorro generan una ganancia o una pérdida patrimonial, es lo que se considera como una plusvalía o minusvalía. En todos estos casos, la composición y el valor del patrimonio del contribuyente cambia y, por lo tanto, hay que considerar la diferencia entre el valor de transmisión y el de adquisición. Esto sucede, por ejemplo, con la venta de los fondos de inversión o de acciones.
Como conclusión y para mejorar la elección entre instrumentos de ahorro e inversión desde la perspectiva fiscal conviene señalar una serie de consejos. Primero, la planificación financiera-fiscal es una cuestión para tener muy en cuenta a la hora de contratar cualquier instrumento de ahorro e inversión. Segundo, hay que valorar la influencia tributaria en las diferentes fases de la inversión: aportación, acumulación y prestación. Tercero, es imprescindible identificar los aspectos claves de la fiscalidad de cada uno de los productos de ahorro disponibles en el mercado. Finalmente, es recomendable tener conocimientos básicos de matemáticas financieras y de tributación para elegir la mejor opción a la hora de decantarse por los productos de ahorro e inversión.