Seat y los chinos en Barcelona

MOTOR ON

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18 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Debo de llevar en mi haber periodístico más de treinta visitas al Salón del Automóvil de Barcelona, aunque tengo que confesar que hasta la semana pasada llevaba algunos años de incomparecencias, pues el salón, como todos los que se celebran en el mundo del sector automovilístico, estaba en franco declive. Por eso este año no quise faltar, para apoyar la muestra catalana, cuya profesionalidad organizativa es proverbial, y además porque Barcelona es uno de los polos automovilísticos españoles.

Debo confesar que me sorprendió la incomparecencia de muchas marcas, más bien grupos, europeos. La de Stellantis y Volkswagen sobre todo.

Por otro lado, ya sabíamos que este año las marcas chinas iban a protagonizar un gran desembarco en España. Y así fue. Más del 50 % del salón estaba ocupado por ellas, que además presentaron modelos muy notables, algunos en primicia.

Y en el medio estaba Seat, la marca española implantada industrialmente en Cataluña, que jugaba en casa y que además cumplía sus 75 años. Debo comentar que Seat es una de mis debilidades, no en vano nacimos, Seat y yo, en la misma década, aunque he de decir que yo soy un poco más joven. Pero mi juventud está marcada por el 600, el primer coche de mi familia, como el de otras miles de familias españolas; también por un viejo 850 que me llevaba a la universidad entre parada y parada a rellenar agua al circuito de refrigeración. También por el 1430 de mi padre, al que una desgraciada noche enrosqué contra un árbol. Son razones para tenerle cariño a una marca que siempre ha tenido valores, que con Fiat o con Volkswagen de socios siempre ha sabido hacer buenos coches, con un talante deportivo en el ADN y sobre todo con una red comercial que llegaba a cada rincón de España.

Seat es un patrimonio de todos los españoles y ahora Cupra también.

Por eso reflexionaba, sentado frente a las fuentes de Montjuich, con la colección de Seat con sus 75 años a un lado y los coches chinos que llenaban uno de los pabellones de la Fira al otro, si cualquier tiempo pasado fue mejor.

Porque Seat es cercana, entrañable, española y le pone nombres de verdad a sus coches. Arosa, Ibiza, Toledo, Ateca. Pero los del otro lado son más fríos, impersonales y más difíciles de entender y de creer. Pero es lo que nos viene.

Para empezar serán difíciles de distinguir, porque se parecen mucho los unos a los otros. Los coches, digo.Porque sus valores son más el negocio y las cuentas de resultados. Y sus nombres ya no veas: 5,7,9, 400,500, 700.

Los próximos años decidirán quién conquista el tablero de ajedrez en el que se ha convertido el sector del automóvil. Yo apuesto por los de casa.