El cambio que se está produciendo en torno al automóvil y la movilidad ha propiciado que desde muchos observatorios y entidades del sector se hayan hecho encuestas y sondeos de opinión para conocer lo que pensamos los españoles de todo esto. Es cierto que este tipo de sondeos se orienta sobre todo al púbico más joven, incluso a los que todavía no son conductores y que abrazan otras opciones de movilidad alternativa.
Los que, como yo, peinamos canas y ya entramos en la sexta década, vemos con extrañeza y también con absoluto rechazo esos métodos como los de meterse a viajar en el coche de desconocidos que nos cobran una parte de los gastos (Blablacar), o lo de alquilar desde una aplicación del móvil una serie de coches aparcados en las calles y que pagaremos por minutos de uso (carsharing), que además, todo sea dicho, proliferan solo en la capital madrileña pero que por Galicia desde luego ni asoman. Tampoco somos los sénior muy de subirnos al patinete como alternativa de transporte ciudadano.
Por eso me llamó la atención hace unos días la aparición de un estudio del observatorio Cetelem y su matriz BNP Paribas sobre la opinión de los sénior (personas en una horquilla de edad entre 55 y 65 años) ante la movilidad urbana sostenible.
Y tal como yo pensaba, el estudio destapa la diferencia entre los sénior y los júnior en muchos aspectos de la movilidad.
La primera diferencia es que, como alternativa al coche en ciudad, un 68 % de los sénior españoles estarían dispuestos a utilizar en el día a día el transporte público, ya sea autobuses o trenes de cercanías; el 24 % de ellos incluso podrían apostar por la bicicleta y solo el 21% ven como alternativa el coche eléctrico. Eso sí, solo el 5% usarían el patinete (frente a un 32 % de jóvenes que sí lo harían). Aquí estoy de acuerdo en que este sistema, por precario, peligroso e incómodo, no es aceptable para los que ya peinamos canas.
Tampoco es santo de nuestra devoción, me incluyo ya en el grupo sénior, el carsharing, que supongo que no cuaja entre los mayores de Madrid, que es la única ciudad en la que está operativo lo de la suscripción a los coches en la calle. De hecho, el informe de Cetelem indica que el 88 % de los encuestados no han usado este servicio. Y en este tema también hay diferencia frente a los jóvenes, que en un porcentaje del 45 % estarían dispuestos a cambiar el uso de un coche particular por el alquiler por minutos. Y esto no quiere decir que los sénior no estén preocupados por la movilidad urbana sostenible, ya que el 66 % de ellos lo consideran un tema muy importante. Quizá, para los mayores también sea importante ese plus de seguridad, tranquilidad, libertad e incluso estatus que aporta un coche propio, ante la precariedad y la incertidumbre de otros métodos alternativos.