Estoy regresando de Costa Rica de participar en un apasionante congreso, organizado por Radio Nederland, que ha reunido a decenas de periodistas de radio venidos de toda América Latina. Contrariamente a lo que a veces se cree, la radio sigue siendo, en muchas regiones del mundo, el medio de comunicación más importante. Sobre todo en las zonas rurales o de montaña, olvidadas de la distribución postal y por consiguiente de los periódicos, y adonde aún no ha llegado la electrificación. Privadas de prensa y de televisión, estas regiones, en las que viven millones de personas, dependen de la radio para distraerse, educarse e informarse. El transistor, al independizar la radio de la electricidad y al hacer del aparato un objeto nómada y transportable, ha constituido una revolución mediática capital en las campiñas del planeta. Más importante a todas luces que Internet. Pero no sólo en las regiones aisladas. También en las grandes urbes saturadas de comunicación, la radio se impone cada día más como medio alternativo de contrainformación. Frente a una prensa o una televisión que dependen de muy pocas empresas mediáticas o del gobierno, y que proponen una visión uniforme, cuando no única, de la realidad, las radios alternativas hacen honor a la libertad de expresión y le dan la palabra a los verdaderos actores sociales generalmente censurados. En San José de Costa Rica había periodistas que arriesgan cada día su vida difundiendo información veraz en las zonas de guerra de Colombia; otros que le dan la palabra a los que, desde hace siglos, nunca la tienen: las comunidades indígenas de Ecuador, de Guatemala, de Perú y de Bolivia; otros, en Paraguay, Panamá, Honduras y El Salvador, que se la dan a los niños, niños de la guerra, niños de la calle, niños esclavos, víctimas principales de todos los conflictos y de todas las crisis; otros, en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, que han instalado sus micrófonos en los barrios más pobres y marginados, y permiten así la creación de cadenas de solidaridad y de ayuda mutua; y otros, por fin, que tratan de oponerse a la apisonadora de los medios dominantes, a la intoxicación mediática -en Venezuela, por ejemplo- y ofrecen una versión más certera de lo que es en verdad la revolución bolivariana. En un contexto político marcado por la globalización, la crisis económica, las guerras y los conflictos sociales, todos estos periodistas defienden apasionadamente una cultura de paz. Holanda en América Y algunos lectores se preguntarán, ¿qué tiene que ver Radio Nederland con todo esto? Esta emisora es el equivalente, en los Países Bajos, de lo que es, por ejemplo, Radio Exterior de España o Radio France Internationale, es decir la voz de Holanda hacia el mundo. La relación de Holanda con América Latina, a primera vista, no es obvia, pero hay que recordar sin embargo que Holanda fue una importante potencia colonial americana, que se sigue hablando holandés en una parte de las pequeñas Antillas (Aruba, Bonaire, Curaçao, Saba, San-Eustaquio, Saint-Martin) y que existe también una Guyana holandesa, hoy independiente con el nombre de Surinam (capital: Paramaribo). Radio Nederland difunde hacia América Latina, en lengua castellana, unos programas culturales y de información de excepcional calidad. En sus estudios de Hilversum (en la puerta de los cuales fue asesinado, el 6 de mayo pasado, el líder nacional-populista Pym Fortuyn), un equipo de periodistas latinoamericanos, españoles y holandeses, dirigidos por un modelo de profesional, el chileno José Zepeda, elabora uno de los mejores programas de información sobre la actualidad internacional que se pueden escuchar en toda América Latina (y por Internet, en el mundo entero). No sólo se difunden en onda corta (aunque esta onda ya prácticamente nadie la escucha por su mala calidad), sino que se emiten en frecuencia modulada. Centenares de emisoras latinoamericanas reciben los programas directamente de Holanda, y los repercuten en frecuencia modulada en sus antenas, lo cual permite a sus auditores recibirlos con la mayor calidad de escucha. De esta manera, gracias a Radio Nederland (que es la quinta radio de mayor difusión en el mundo), este pequeño país europeo ha conseguido tener una influencia en toda América Latina que muchas otras potencias ya quisieran tener. Y que, en todo caso, Radio Exterior de España no tiene.