Mariano Rajoy: El presidente «B»

OPINIÓN

04 mar 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

HUBO sorpresa. Pero no estuvo en los votos, sino en que, de pronto, Mariano Rajoy pidió la palabra. Es la segunda vez que ocurre en el último mes. Si fuese Aznar, no ocurriría nada: es el presidente y hace uso de sus competencias. Decidió asumir el desgaste de la crisis de Irak, y lo asume dentro y fuera del Congreso. Pero a don Mariano parece que no le entra en el sueldo. No tenía ninguna obligación orgánica de hablar en el Pleno de ayer. La única pista que justifica su intervención la dio el propio Aznar en la rueda de prensa con Blair: éste es un momento en que los ministros de Exteriores y los portavoces deben hablar más que los ministros de Defensa. Como Rajoy es portavoz, puede pensarse que obedecía a un mandato directo de José María Aznar. Pero la interpretación política tiene que ir más allá. Si habla Rajoy y no Ana Palacio, significa algo: significa que el vicepresidente merece más confianza al presidente que la señora ministra. Como la oportunidad era importante, hay que traducir que Rajoy es la persona en quien más confía el señor Aznar. Porque no nos engañemos: Rajoy no salió a la tribuna empujado por un impulso de necesidad repentina. Sus palabras no fueron improvisadas. Salió con un discurso preparado, lleno de datos, fechas y circunstancias históricas. Discutibles o no, ésa es la realidad que hemos visto ayer en el Congreso. ¿Cómo podemos traducir eso a la cuestión nacional pendiente, que es la sucesión? Inevitablemente, la opinión pública que se expresa en encuestas, seguirá situando a Rajoy como el aspirante mejor colocado. Así ocurre cada vez que adquiere protagonismo relevante. De hecho, ha pasado a liderar los sondeos desde que se convirtió en cara visible de la gestión del Prestige . El mérito es que dio la cara. Ayer la volvió a dar. Este cronista no tiene ninguna tesis. Pero lleva algún tiempo viendo que Rajoy actúa de hecho como presidente cuando las circunstancias lo requieren. Es el gran sustituto en los momentos más delicados. Y podrá no ser el sucesor; pero, hoy por el hoy, es el «presidente B».