¿QUÉ OPINA el presidente Aznar de los españoles que en mayo de 1808 plantaron cara a los invasores franceses? ¿Qué piensa Ana Palacio de la resistencia gala que en 1940, derrumbado el ejército, contribuyó a la derrota nazi mediante la guerra de guerrillas? ¿Y de los partisanos yugoslavos? ¿Qué tiene que reprochar Federico Trillo a las heroicas acciones de María Pita y Agustina de Aragón? Gran parte de nuestro paso por la escuela lo hemos dedicado a estudiar personajes admirables que la historia nos ha dejado, luchando en la resistencia contra la invasión de sus países. Nos atormentaban con aquellas valientes acciones, en defensa de la patria ante fuerzas extranjeras. Teníamos pesadillas soñando con Luis Daoiz, Pedro Velarde, Espoz y Mina, la batalla de Bailén, el 2 de mayo y Agustina de Aragón. Más tarde vimos cómo se les levantaban monumentos, se les dedicaban películas y documentales y se les escribían brillantes biografías. Y admiramos a María Pita liderando una insurrección contra Drake. A los miembros de la resistencia francesa, noruega, danesa y yugoslava ejecutando sabotajes contra los nazis. Y hasta a los cubanos rechazando el desembarco norteamericano en la Bahía de Cochinos. Pero ahora nos quieren cambiar la historia. O, cuando menos, no estudiamos la misma. O, quizás, algunos, la han olvidado. Porque teníamos entendido que cuando se invade un país, la dignidad suprema de los invadidos era plantar cara. Pero no. Los héroes de antaño son hoy criminales civiles. La resistencia popular y la oposición civil la han convertido en grupúsculos de insurrectos. Y el hostigamiento a las fuerzas invasoras, en plan diabólico de los leales a Sadam Hussein.