Las tropas españolas en Irak

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

23 mar 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

UNA GRAN PARTE de los españoles que apoyaron a Rodríguez Zapatero para ser el nuevo presidente del Gobierno lo hicieron por la promesa, reiterada durante meses, de que retiraría las tropas españolas de Irak. Esta retirada se fundamentaba en el hecho de que la guerra había sido ilegal y que, por lo tanto, no podía mantenerse la ilegalidad con la permanencia del Ejército español en aquellas castigadas tierras. Para mucha gente tal decisión suponía un alivio, ya que la retirada de las tropas iba a significar que España ya no estaría en el punto de mira de los terroristas islámicos, esos que no tienen reparo en matar a quien les acoge, les da trabajo y respeta sus derechos. La afirmación tajante de retirada quedó mitigada por el condicionante de que se produciría el 30 de junio si en esa fecha la ONU no se hacía cargo de la situación, dando así cobertura legal a la continuidad de las tropas españolas. Es decir, las tropas españolas seguirán en Irak si la ONU les da respaldo legal. Y a partir de aquí se plantea el interrogante de si todas esas personas que pusieron sus esperanzas en la vuelta de las tropas se verán frustradas o satisfechas por el hecho de que se quedan allí al cambiar la situación jurídica. Será necesario dilucidar a partir de ese momento si la razón fundamental del rechazo a la presencia de nuestro Ejército en Irak se produce por un requisito legal o es un rechazo radical. Si el rechazo es radical, tal como ya han manifestado muchas organizaciones del no a la guerra , no se van a conformar con el respaldo de la ONU, porque se trata de un planteamiento nítido: no a la presencia de tropas españolas en Irak, no al riesgo de atentados en España por la participación de nuestro ejército, no a la posibilidad de que tenga que repatriarse a cadáveres de soldados muertos en aquel país, donde nunca se sabe de cuándo estalla la bomba o se produce el tiroteo. Todo parece indicar que el respaldo jurídico-legal de la ONU no garantiza la seguridad en suelo español. El temor a atentados de represalia por la presencia española no se mitiga por la ONU. Es más, la experiencia ha demostrado que en Irak no respetan ni a la ONU, por lo tanto bien poco valdría tal respaldo. A partir de aquí se presentan otros interrogantes. Es muy posible que Rodríguez Zapatero haya puesto como condición para la permanencia de nuestros tropas en Irak el respaldo legal de la ONU con el convencimiento de que no se iba a producir tal respaldo. Quizás actuaba con la seguridad de que si en lugar de plantear una retirada pura y dura ponía un condicionante casi imposible de cumplir, la actitud del nuevo Gobierno español sería más asumible internacionalmente. Es muy posible también que, en el fondo, exista el convencimiento de que las tropas españolas van a continuar en Irak con respaldo o sin respaldo de la ONU y que las relaciones de España con EE.?UU. se mantendrán en los términos actuales, con Bush o con Kerry. La política y los debates sociales suelen traer este tipo de sorpresas; no hay más que recordar la entrada de España en la OTAN. Pero, en este caso, la sorpresa tiene fecha de caducidad, el 30 de junio.