LOS TERRORISTAS chechenos consiguieron votar con la destrucción a la ciclonita de dos aviones rusos, cinco días antes de las urnas en su país. Esos comicios de Chechenia, celebrados para elegir al sustituto del asesinado presidente Kadirov, el pasado mayo, han estado en la secuencia terrorista del 11-M (tres días antes de las urnas españolas convocadas para el 14 de marzo) y se encuentran en línea de las aprensiones de la Casa Blanca sobre la eventualidad de una actuación terrorista en EE.UU., en el marco temporal de las elecciones presidenciales del 2 de noviembre. Habrá que pensar que la concatenación entre los atentados de Madrid y la retirada de las tropas españolas desplegadas en Irak ha sido precedente y orientación de que se sirven ahora los terroristas islámicos. Con lo ocurrido en Rusia, tras la destrucción de los dos aviones de pasaje, no consiguieron sus autores que se desviaran los resultados de las elecciones; con lo sucedido en España, sí. ¿Qué pasaría en EE.?UU. si sobreviene otro atentado, en la estela del 11-S y al margen de su escala, antes de las urnas de noviembre? Allí, la polémica ya se estableció en su día, aunque hasta el presente no se haya llegado a ninguna conclusión práctica. Sí hay, en cambio, pruebas de qué puede dar de sí una acción como la decidida por el presidente Rodríguez de retirar de modo fulminante nuestras tropas en Irak. Los terroristas y los radicales no han dejado de seguir el rastro, con éxitos como el de Filipinas y muertes como la del periodista italiano, o amenazas de ella ahora contra dos periodistas franceses. Occidente es vulnerable. Esa violencia musulmana se abre en una diversidad de actuaciones que no era imaginable antes de que la segunda guerra de Irak comenzara. La globalización afecta de lleno al terrorismo islámico, que tampoco había hecho acto de presencia antes de que comenzara la primera guerra de Afganistán.