22 nov 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

NUNCA ANTES hubo una oferta tan amplia de periódicos libres de censura en los puestos de prensa. Nunca antes se desplegó tanta variedad de electrodomésticos, equipos informáticos y otros productos de consumo en los escaparates de las tiendas. Nunca antes se pudo hablar con tanta tranquilidad sobre los temas políticos. Los continuos atentados terroristas que hacen saltar los vehículos por el aire destrozando los cuerpos de sus ocupantes y los tiroteos indiscriminados que acaban con la vida de inocentes que pasean por las calles no son nada comparados con las redadas políticas de la antigua Mojabarat o la gasificación de todo el pueblo kurdo de Halabja. La destrucción total de Faluya y la muerte de miles de civiles, cuya cifra nadie se atreve a dar, no puede compararse a los ocho años de guerra contra Irán. La imposibilidad de moverse de un lugar a otro sin arriesgarse a que los soldados norteamericanos confundan a un joven estudiante universitario con un guerrillero de Al Qaeda infiltrado en el país es una «minucia burocrática». No hay duda, Irak vuelve a ser el «paraíso soñado», heredero de los reyes de Babilonia y sus legendarios jardines colgantes; el lugar en donde los astrónomos de Ur escrutaban el límpido azabache nocturno para describir el movimiento de los astros; el centro de invención de la escritura cuneiforme, el paso intermedio entre los pictogramas y la escritura actual. Por ello, Alaui ha anunciado la celebración de las primeras elecciones democráticas en décadas para el próximo 30 de enero, indicando que la inseguridad puede ser el único «inconveniente» grave para su desarrollo. Los iraquíes podrán elegir a sus representantes de forma libre y democrática y su única preocupación será la posibilidad de un tiro perdido, un coche bomba o una emboscada terrorista. Trágico que, aunque tienen libertad, no pueden disfrutarla, aunque disponen de todo tipo de bienes no pueden adquirirlos, pueden opinar pero nadie les escucha. Aún así, nosotros estamos equivocados y Colin Powell tiene razón, Irak está mucho mejor que en la época de Sadam. ¿Cómo hemos podido dudarlo cuando en Bagdad la gente no se cansa de proclamar «kulu tamam», o lo que es lo mismo, «todo va bien»?