C on la cólera divina que Menéndez Pelayo gastaba contra quienes atentaban contra los bienes o la doctrina de la Iglesia católica, este extraordinario historiador calificó de «infame latrocinio» la desamortización eclesiástica que, en el siglo XIX, ejecutó el Gobierno de Mendizábal. En esta hora de extrema corrupción política y de desmoralización social por las toneladas de euros saqueadas por gángsteres de guante blanco que se van cantando «Yo soy la cantinerita, niña bonita?», el infame latrocinio de Menéndez Pelayo, ahora referido a Bankia y sus innumerables satélites, resuena de una punta a otra de España. El infame Gobierno que tenemos, heredero del de Zapatero, que también perpetró saqueos y errores gravísimos, ha mimado a una banca gruyer cuyos agujeros de decenas de millones de euros solo se explican por robos criminales. Y este Gobierno ha impuesto sacrificios delirantes y nefastos para la economía a los trabajadores, a los pensionistas, a los alumnos y profesores de todas las enseñanzas, a los científicos, a los artistas...