Iberia y la carne de caballo

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

21 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Antes de que el avión despegara de Buenos Aires con destino a Madrid, el piloto de Iberia preguntó por la carne de caballo. No se refería a las hamburguesas del cáterin que, en la moderna versión del gato por liebre, bien pudieran ser de equino etiquetado como vacuno. Lo que el comandante echaba en falta eran entre 10.000 y 15.000 kilos de carne de caballo que casi diariamente transportaba en la panza del avión para el mercado francés. «Me explican -confesó el piloto en Twitter- que no la llevamos ya, que la lleva British, que incluso el personal nuestro de carga ha pasado a British. Me indican también que durante varios días nuestras bodegas han ido vacías, mientras que las de British iban a tope».

British Airways no solo está vaciando las bodegas de Iberia. Desde que ambas compañías se fusionaron en el 2011, British Airways está desmantelando Iberia y engullendo sus despojos. Durante el noviazgo se prometieron distribuir el tráfico equitativamente: desde su dorado trono de Barajas, la firma española mantendría su reinado sobre las rutas de América Latina; desde su base de Heathrow, la firma británica se centraría en América del Norte, Asia y África. Parecía un matrimonio de conveniencia, pero solo le convenía a uno de los cónyuges.

Nunca hubo régimen de gananciales en la pareja. Al novio británico, con una camisa que no le llegaba al cuerpo en vísperas de la boda, solo le interesaba la dote: las líneas con América, los slots -derechos de despegue y aterrizaje- en manos españolas, las sinergias o la joya de la T4 que nos costó a los contribuyentes españoles 7.000 millones de euros. Una vez consumado el casamiento, va y le corta las alas a la novia. En casa y con la pierna quebrada. La chica de bandera, condenada a convertirse en compañía de bajo coste. Low cost. Un subproducto de los altos vuelos ingleses.

Dos años después de la luna de miel, véase cómo ha cambiado la vida de los consortes. British Airways ha remontado el vuelo y crecido más de un 20 %. Iberia se ha achicado un 15 %. La aerolínea española se propone seguir cerrando líneas, reducir su número de vuelos y despedir a 3.800 trabajadores. Recortes todos ellos dictados en Londres. Lo reconoció, con no poca chulería, el consejero delegado de British Airways. Refiriéndose al ERE de Iberia, Willie Walsh declaró al diario The Telegraph el pasado 9 de noviembre: «¿Quién me va a parar? Hace ya tiempo que no tengo que pedir permiso a mi madre para hacer lo que quiera».

El piloto que preguntaba ingenuamente por la carne de caballo andaba despistado. Sus jefes de habla inglesa tuvieron que recordarle, también a través de Internet, que el negocio de carga se ha integrado y las dos aerolíneas disfrutan de las sinergias. «¿Si no, para qué hemos hecho la fusión?», le regañaron.