Tanto sacrificio para esto

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

24 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ayer fue un día de letras y números. Letras gloriosas, con un Caballero Bonald disfrutando de la gloria oficial, porque la literaria ya la tenía. Y números polémicos, porque lo mismo se pueden interpretar para elevar a los altares la gestión del Gobierno que para certificar que seguimos en el desastre. Datos para canonizar a los ministros económicos: la prima de riesgo ha bajado de los 300 puntos básicos; la deuda se coloca muy bien en los mercados; Europa confirma que se ha reducido el déficit público (sin contar las ayudas a la banca) y el producto interior bruto ha caído hasta marzo tres décimas menos que en el último trimestre del 2012. Datos negativos: crecimiento espectacular de la deuda pública, hasta alcanzar el 84 % del PIB; seguimos en grave recesión; el déficit se ha reducido, pero sigue siendo el mayor de la Unión Europea; no hay indicios de mejora del empleo ni del consumo; y el Gobierno se ha equivocado gravemente en sus previsiones, que ahora debe multiplicar por tres, lo que deja enormes interrogantes sobre la viabilidad de los Presupuestos Generales del Estado.

Con esos datos sobre la mesa, el optimismo o el pesimismo empiezan a ser una cuestión ideológica. Los militantes del Partido Popular pueden sacar pecho. El resto del pueblo llano y soberano, el que cuenta sus monedas ante el supermercado, el que hace equilibrios para pagar sus créditos, tiene todo el derecho del mundo a preguntar si ha valido la pena tanto sacrificio. Y tiene ese derecho porque ayer mismo el índice interanual de evolución de la economía daba una caída del 2 %. Y a ese ciudadano, como al que escribe estas líneas, que los ministros no le expliquen que el 2012 ha sido el año del saneamiento. Lo que necesitamos es que alguien nos dé una leve esperanza de tranquilidad en el empleo y de mantener la capacidad adquisitiva. Ni siquiera hablo de seguridad; hablo de leve esperanza. El resto es muy importante, pero demasiado lejano.

Y en este punto de referencias futuras, ¿qué tenemos? Según De Guindos, un «leve» crecimiento previsible para el 2014, que matiza mucho el «claro» crecimiento profetizado por Rajoy para ese año. Pues sépanse algunas cosas: que con leve crecimiento no se mantienen los ingresos del Estado sin imponernos nuevos recortes o subidas de impuestos, ni se anima la actividad, ni se crean puestos de trabajo. Y si hay más austeridad, menos actividad y más paro durante el 2014, podemos presentar a Bruselas unas cuentas del Estado saneadísimas y relucientes; podemos proclamar a Cristóbal Montoro el mejor ministro de Hacienda de Europa y de la historia. Pero será dudoso que el país pueda aguantar. Y créanme: en cuanto a aguante social, ya hay indicios de que se está al límite de la capacidad.