Tamarud, la rebelión egipcia

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

02 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La historia egipcia de los últimos dos siglos está plagada de levantamientos, rebeliones y protestas, primero contra los otomanos, después contra los británicos, finalmente, contra los dictadores. El egipcio no es pueblo sumiso, pero la envergadura y persistencia de la grave agitación social y la polarización que vive desde hace unas semanas hacen temer una guerra civil. Resulta fácil simplificar el debate entre detractores y partidarios del presidente Mursi. Los Hermanos Musulmanes, organización caritativa y educativa para los más pobres, con el tiempo se transformó en una entidad beligerante con los gobiernos laicos, lo que la forzó a la clandestinidad. La dura represión que sufrió provocó bajo su paraguas entidades islamistas radicales y terroristas, como Al Qaeda. Los egipcios no islamistas que lograron derrocar a Mubarak y que han visto cómo el caos del minifundismo político fue aprovechado por los Hermanos Musulmanes para hacerse con el poder, sienten que el Gobierno de Mursi, al margen de su ineptitud y fracaso económico, amenaza la democracia y no representa a la mayoría, por no mencionar que la transición ha estado plagada de graves ilegalidades e irregularidades. En Egipto se dirime no solo el fin del gobierno del islam político, sino un camino propio hacia una democracia con separación entre religión y Estado. La pregunta es si se hará con violencia o no.