Buen viaje, señor Adelson

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

14 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Se ha caído el último gran sueño: ese complejo llamado Eurovegas que iba a ser muchísimo más que Mr. Marshall y varios planes de desarrollo juntos. Había engatusado a los incautos con la creación de más de 200.000 puestos de trabajo. Había prometido urbanizar 750 hectáreas. Y había movido el mundo de la construcción con su proyecto de invertir cerca de 18.000 millones de euros. Miles y miles de ciudadanos tenían puestas en Eurovegas sus esperanzas de empleo, quizá las únicas que podían albergar. La Comunidad de Madrid veía ahí una fuente de ingresos que la sacarían de la miseria, sin necesidad de privatizar más servicios sanitarios. Y el sur de la capital, donde está el término de Alcorcón, veía en el proyecto una lluvia de oro.

Todo se cayó con estrépito. Madrid anda de mal año. Primero perdió las olimpiadas y ahora pierde este fabuloso proyecto. Lamentablemente, tuvo razón el dirigente socialista que venía asegurando que Eurovegas nunca se construiría. Estamos en tiempos donde los pesimistas siempre acaban teniendo razón. Este cronista ni se alegra ni lo lamenta. Únicamente anota que se pierde una oportunidad económica, que para la capital de España es otro golpe cuando todo es decadencia en su vida, y que no se hunde el mundo. Al revés: se gana rigor y seriedad. La gana España y la gana el Gobierno español.

Digo esto porque la osadía del inversor señor Adelson no tiene límites. Intentó conseguir un marco legal específico para Eurovegas, como si fuese un Estado dentro del Estado. Es conocida su aspiración a que se dejase fumar en ese recinto. Quería condiciones laborales propias al margen de la legislación general. Planteaba exigencias que parecían más propias del blanqueo de dinero que con una actividad económica decente. Y, en el plano económico, aspiraba a que el Estado español se hiciese cargo de las posibles pérdidas. Una especie de seguro de garantía de negocio. Un descaro insólito. Un aprovechamiento del estado de necesidad de puestos de trabajo y de inversiones en España.

Pese a todo, como el coste de todo no iba a caer sobre la Comunidad de Madrid, las autoridades autonómicas le ponían alfombra roja cada vez que aparecía por aquí. Encontró abiertas las puertas de los ministerios. Hasta que al final se impuso el sentido común: este tipo no es un emprendedor; es un aprovechado que ni arriesga nada ni nada garantiza.

Por eso hay que decirle: buen viaje, señor Adelson. Si se marcha a Japón, que tenga mucha suerte con sus casinos y sus centros de convención. Y miren: si un Gobierno me permite contratar como quiera y garantiza compensarme las pérdidas de la inversión, también me pongo a invertir yo. Hemos perdido un fantasma y hemos ganado en dignidad.