El tiempo entre fogones

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

07 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Nada tengo en contra de la cocina, ni tampoco de la televisión, pero en los últimos tiempos estoy totalmente desorientado. Cada vez que echo un vistazo a la programación de algunos canales nacionales, en el denominado prime time, me encuentro con una lista abrumadora de concursos de cocina: Master Chef, Master Chef Junior, Top Chef, Deja sitio para el postre, etc. Les aseguro que no pretendo que la programación se llene de documentales de ciencia o naturaleza, pero convendrán conmigo que algo raro está pasando.

Como se trata de un fenómeno reciente, mi curiosidad me ha llevado a tratar de averiguar las razones de tal sobredosis consultando con diferentes expertos; para ello, he elegido a un consultor de medios de comunicación y a un amigo pastor de ovejas, por tanto, experto en rebaños. A pesar de que creo que la elección ha sido acertada, les confieso, que poco me han aclarado. Según el experto en televisión, esta proliferación se debe a que somos un país de servicios y el turismo gastronómico representa una parte importante de nuestra actividad económica; así las cosas, los programas de cocina fomentarían la aparición y formación de profesionales en este campo. Este argumento no parece muy verosímil, ya que, siguiendo ese razonamiento, también somos un país con una importante cabaña ganadera y no conozco ningún programa llamado Mira quien pasta.

En otra dirección, mi amigo el pastor de ovejas afirma que no le apasiona la televisión pero sostiene que en épocas de crisis y escasez reconforta ver las cocinas llenas de productos variados y que, a pesar de que nunca llegarán a nuestra mesa, esto nos anima. Aunque he reconocer que esto podría aclarar que en momentos de tristeza y penuria económica nos dé por bailar, la explicación tampoco me convence ya que no aclara el porqué del formato de concurso, además de resultar demasiado pesimista.

Pues bien, después de reflexionar, mi percepción actual es que se trata de una cuestión mucho más sencilla. Simplemente, nos encontramos en un momento en que la originalidad y creatividad son bienes escasos y las cadenas se limitan a copiar formatos y contenidos, presuntamente exitosos, hasta la saturación. Si mi percepción de estos realities disfrazados es la correcta, en poco tiempo no tardaremos en ver Mira quien baila con el Chef o Master postre.

Para terminar, tengo que reconocer que también hay apuestas dignas, y la reciente adaptación de la novela El tiempo entre costuras, de María Dueñas, es un buen ejemplo. Fíjense si la serie tiene tirón que la única manera de que alguien vea una entrevista con Mariano Rajoy, otra sofisticada forma de reality, es ponerlo de telonero del último capítulo.