Yo me hago islandés

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

06 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Debe de ser muy gratificante ser ciudadano islandés y saber que tu primer ministro ha presentado la dimisión horas después de que se descubriese que tenía junto a su mujer una cuenta offshore en un paraíso fiscal. Para un español resulta imposible imaginar lo reconfortante que puede resultar. Es como un sueño que nunca se cumple por mucho que uno encuentre motivos incluso de mayor gravedad sin que quien los comete haya pensado seguir el ejemplo de Sigmundur Gunnlaugsson.

Que un primer ministro dimita antes de que lo echen a patadas ocurre de vez en cuando, pero nunca en España. Aquí da lo mismo lo que se te ocurra hacer o decir; estás blindado sin tan siquiera dar una explicación convincente. Puedes respaldar corruptos, enviarles SMS, hacer lo contrario de lo que dijiste, faltar a la verdad y hasta destrozar millones de ilusiones, que lo de dimitir no entra en los planes de nuestra clase política. Pueden incluso sorprenderte con las manos en la masa, que el partido te respaldará apelando a la presunción de inocencia. En España lo de dimitir no está en la agenda.

Por eso lo de ser islandés debe de llevar pareja una garantía que los españoles desconocemos. La de saber que los errores se pagan y que quien la hace se va a cultivar margaritas. Debe de ser fascinante poder ser islandés. Aunque solo sea por unas horas para sentir esa sensación de respeto y consideración. Aunque solo sea por eso, lo mismo me hago islandés.