Años atrás, un alto cargo gallego de la lucha antidroga manifestaba: «No somos la punta del iceberg. Somos el iceberg». Una afirmación plenamente vigente a día de hoy, cuando las estadísticas ofrecen registros apabullantes que sitúan a Galicia como destino prioritario para los cargamentos de cocaína que abastecen a Europa. Mientras, algunos se empeñan en repetir el mantra de que este gravísimo problema «es cosa del pasado». Es el peor error que podemos cometer y que pagaremos muy caro. Porque lo peor del iceberg es lo que no se ve; en nuestro caso la droga no incautada, la que sigue entrando, llega a nuestras calles y transita con destino a otros países. Además de algunos informes españoles, lo dicen también la ONU, la DEA o la NCA británica, que algo saben. Pero la realidad es muy testaruda y sigue poniendo a Galicia entre las rutas predilectas de los carteles, que ahora no solo trabajan con narcos gallegos, sino que han empezado asentarse en nuestro país para controlar directamente su siniestro negocio. Algunas operaciones policiales del 2017 fueron de gran importancia para frenar esta expansión, aunque estos criminales han venido para quedarse y traen su modus operandi de extrema violencia y sicarios. Una grave amenaza para nuestra seguridad. El asentamiento de grupos internacionales se completa con los llegados de Europa del Este en plena eclosión del tráfico de heroína, utilizando medios, traficantes y logística hasta ahora dedicada a la cocaína. La magnitud del desafío nos obliga a reclamar medios para las fuerzas de seguridad y exigir que esta lucha sea considerada en España una cuestión de la máxima prioridad. No exageramos al decir que nos jugamos en ello la salud y la seguridad de todos.