La máquina que lo prejubiló a los 45

David Suárez Alonso
David Suárez CINCO UVES DOBLES

OPINIÓN

04 oct 2019 . Actualizado a las 15:55 h.

Aunque solo había dos personas atendiendo, no había cola. Todo un milagro en una mañana de septiembre. Aunque no tenía nadie delante, cogí número. Tras ese molesto sonido y aparecer mi número en pantalla, me acerqué al mostrador y le expliqué la gestión que quería hacer. Ella, y a día de hoy sigo sin entender su amabilidad, me respondió: «Ahora esas operaciones, aunque no seas cliente del banco, tienes que hacerlas directamente en el cajero automático. Si quieres, yo te ayudo». Mientras me acompañaba a la máquina, yo no podía parar de pensar en el discurso de la abuela de la serie Years and years. Ese en el que nos culpa a todos de haber permitido que cambiasen los cajeros del supermercado por zonas de autopago. Tiene toda la razón. Somos todos cómplices. Preferimos pelearnos con una máquina a tener que saludar a la persona a la que le pagan por pasar los códigos de barras y cobrarnos. Mientras yo le seguía dando vueltas a todo esto, la trabajadora del banco me guiaba por el proceso. Ahora este botón rojo, pones la cantidad aquí... Incluso me dictó los números de la cuenta para que no me equivocase. Cuando ya habíamos acabado, la mujer se volvió a disculpar por la nueva política de su empresa, esa que le permite a la entidad seguir haciendo recortes de plantilla. Y entonces fue cuando soltó la bomba: «Hoy es el primer día que mi marido se queda en casa... 45 años y toda su vida trabajando en este banco». No supe que decir. Le volví a dar las gracias y me fui a mi casa con la cuota del ANPA pagada, 29 euros menos y el alma en los pies.