
La pandemia por el covid-19 está suponiendo un nuevo tipo de estresor a nivel global con características diferenciales. Es frecuente su comparación con estados de guerra o conflictos internacionales. Sin embargo, en esas circunstancias el enemigo es fácilmente reconocible, mientras que la amenaza vírica durante la pandemia puede estar en cualquier sitio y contagiarla cualquier persona. También ha sido comparada con desastres naturales, como tsunamis o terremotos, pero en esos casos las emergencias estaban localizadas en un área y un tiempo específico, mientras que la situación actual es a nivel global y se desconoce todavía el período temporal que abarcará. Hasta el momento actual sabemos que es un virus que afecta, principalmente, al sistema respiratorio y que puede ser mortal. No obstante, el potencial de afectar a otros órganos del cuerpo humano está cada vez más constatado.
A principios de abril, un grupo de investigadores japoneses publicaron el primer caso de meningoencefalitis asociado al virus SARS-CoV-2. Este hallazgo alertó de las posibles características neurotrópicas del virus, es decir, de la capacidad del virus de afectar al sistema nervioso central, y de las consecuencias a nivel neuropsiquiátrico. Desde entonces la evidencia científica sobre ese tema se ha incrementado con la publicación de numerosos artículos científicos al respecto.
La anterior pandemia del 2002-2003 por el SARS-CoV ya puso de manifiesto esa capacidad que tenía el virus de afectar al sistema nervioso central, existiendo estudios que objetivaban la presencia de restos del virus en la mayoría de autopsias cerebrales. Y, teniendo en cuenta que el coronavirus actual comparte hasta un 79 % de coincidencia genética con el de aquella pandemia, no es de extrañar el potencial neuroinvasivo que parece mostrar.
Uno de las investigaciones más importantes sobre las consecuencias a nivel neurológico - estudio Albacovid- está publicado en nuestro país por un grupo de neurólogos de Albacete. En dicho estudio se muestra que hasta un 57,4 % de en un total de 841 pacientes infectados por covid-19 presentaban algún tipo de síntoma a nivel del sistema nervioso central. Especificaban que hasta un 34 % de los pacientes habían presentado síntomas neuropsiquiátricos y alteraciones en el nivel de conciencia, seguido de cefalea (24 %), confusión (14 %) y vértigo (10 %). Otros síntomas a nivel del sistema nervioso periférico, como la anosmia (pérdida del olfato) y la disgeusia (alteraciones en el gusto) se presentaron en un 8 % y 10 % de los pacientes, respectivamente.
En la literatura científica se han descrito también casos de trastornos psiquiátricos relacionados con la infección por SARS-CoV-2 como, por ejemplo, episodios psicóticos o trastornos del estado del ánimo. Sin embargo, no ha sido posible relacionar dichos trastornos de manera clara y directa con el virus. Además, el hecho de que los pacientes estuviesen siendo tratados con fármacos como corticoesteroides, antivirales y/o antirretrovirales, ampliamente usados durante los primeros meses de la pandemia y con capacidad de generar síntomas neuropsiquiátricos muchos de ellos entre sus efectos secundarios, limita la posibilidad de estable una relación causal con el covid-19.
Por todo lo anteriormente relatado, a pesar de existir hallazgos sugestivos, la cautela debe ser la norma por el momento a la hora de establecer la relación existente entre el covid-19 y las alteraciones a nivel psiquiátrico y neurológico. La evidencia actual está principalmente limitada a estudios de casos clínicos y series de casos, realizados de manera retrospectiva, con los sesgos en investigación que ello puede conllevar. Además, el hecho de estar realizados en pacientes hospitalizados no refleja, por tanto, la verdadera incidencia de estos síntomas en la población general infectada por el virus SARS-CoV-2. Además, la escasez de estudios a nivel de neuroimagen y anatomía patológica suponen todavía una falta de conocimiento en la relación del virus con el sistema nervioso central.