Marruecos, o África, inevitables

Uxio Labarta
Uxio Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

FOTO BLANCO

17 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera noticia de Marruecos vino de la mano de la Guardia Mora que, en los veranos de los años 50 o 60 del siglo XX, pasaba por la Nacional VI dando escolta a la comitiva del caudillo, con él o sin él.

En los paseos de las tardes de verano de la niñez conocí el «cementerio dos mouros» en la Fuente del Perejil, donde se enterraba a los musulmanes de los tercios de regulares que fallecían en el Balneario de Guitiriz convertido en hospital de guerra. Más adelante, asombrados por el misterio, buscábamos la mezquita construida en el Parque del Balneario y Fuente de Lagostelle. En una tierra comprendida entre Belote y O Boedo, allá donde aún quedaban los barracones y pistas del Campo de Aviación, aquel al que, según el profesor Grandío, llegó el embajador de Churchill para entrevistarse con Franco en Meirás avanzados los años 40.

Está también en mi imaginario el general Mizziam, un musulmán que, sin asombro, fue en los años 50 capitán general de Galicia en A Coruña, y luego de la independencia, embajador de Marruecos en España. Para terminar el ciclo marroquí de la infancia con la Guerra de Ifni, hacia 1957, y una portada del periódico que con fotografía de paracaidistas aterrando daba noticia de ella.

Todo lo que vino después son aprendizajes para conocer. Desde la Semana Trágica de 1909 en Barcelona con causa en Marruecos y la defensa de intereses de empresas españolas allí, por más que de ello apenas se recuerde la extraña quema de iglesias y conventos. O el Desastre de Annual y la Guerra del Rif -con Abd el Krim, maestro del luego general Mizzian, al frente- cuando enredados por intereses británicos, más franceses y alemanes, nos metimos de hoz y coz una vez más en el conflicto. Conflicto que nos acercó a la situación actual. Heredada Ceuta de Portugal, y de conquista directa Melilla.

Vivimos la Marcha Verde en el final del franquismo, con la ocupación del Sáhara por Marruecos y la guerra con el Polisario. En 2002 hicimos la Guerra de Perejil, con Aznar y Trillo de comandantes jefes, con «fuerte viento de levante». Y hace un instante vivimos el penúltimo conflicto a frontera abierta sin control por el Tarajal -menores incluidos-, y el trasfondo del aplazado problema saharaui. Azuzado el conflicto por la decisión de Trump sobre el Sáhara, asociada a Israel y a los poco conocidos intereses de los lobbies judíos asentados en Marruecos desde su expulsión de España.

Aún por conocer el contenido de las reuniones del presidente del PP con dirigentes marroquíes el pasado 11 de mayo, las decisiones del Congreso de los EE.UU., del presidente Joe Biden y de la Comisión y Parlamento Europeo, han reconducido el órdago marroquí sobre el Sáhara. Órdago que está lejos de solucionarse dado el entramado de intereses que operan en el norte de África, desde Libia al Atlántico, incluido el Sahel y el propio Sáhara y sus recursos. Con las energías verdes, el gas y las tierras raras en el horizonte. Un Marruecos, o África toda, inevitable.