La catedral de Burgos y yo

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Santi Otero

25 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece que la catedral de Santiago le lleva apenas diez años a la de Burgos, que acaba de cumplir 800. Yo la catedral de Burgos la conozco por el Arcediano Villegas -cuya tumba se encuentra en la girola del templo- y por Óscar Esquivias, un escritor que es un tesoro. Para mí, el monumento tiene apenas diecisiete años, los que hace que Óscar me dio para publicar su novela Inquietud en el Paraíso, una de las obras en español más trágicas, divertidas, ingeniosas y cultas de lo que llevamos de siglo -y de gran parte del anterior, también-. Narra una historia digna de Julio Verne, la expedición que un canónigo del cabildo de la catedral de Burgos en 1936, don Cosme Herrera, intenta organizar al purgatorio, en una ciudad que anda también en las intrigas previas al golpe militar. Burgos hasta entonces era el paraíso, donde clero y milicia «campaban por sus fueros» (esta expresión siempre me pareció muy elegante). Al libro de Óscar lo quiso llevar a cine -ya lo he contado en otra ocasión- Antonio Giménez Rico, pero murió sin conseguirlo. Cuando lo publicamos, allá por el 2006, un librero de Madrid con nombre de poeta, Miguel Hernández, de una librería con nombre de poeta, Antonio Machado, se lo recomendó a Almudena Grandes, y esta, por la radio, a toda España. Al purgatorio -llamado la ciudad del Gran Rey- se puede acceder el día 14 de agosto -no sé si todos los años o cada cien- a través de la tumba de Villegas. Si quieren ustedes, lo intentamos este año, que andan de fiesta.