Maneras de viajar

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

OSCAR CELA

05 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los cambios producidos por la pandemia ha sido, sin duda, la forma de viajar. Era una necesidad ineludible atemperar aquella locura viajera que llenó de latas de cerveza el Everest, el Pacífico de continentes de plástico y de suvenires la neveras. Cuanto más lejos, mejor; cuanto más exótico, estupendo; cuanto más recomendado por el suplemento semanal de turno, mucho más apetecible. El bienestar que disfrutamos nos permitió casarnos en Bali, bucear con tiburones y corales, hacer carreras de trineo y sacarle fotos a los elefantes. Allá que fuimos.

Pero esa trashumante manada humana llenó todo de basura hasta un punto que alguien tenía que tirar del freno o nos hundíamos todos en ella. Aunque fuera un diminuto virus.

Dejando aparte las consideraciones ecosistémicas, el cambio de marcha en la manera de viajar va a resultar benéfico para todos.

Hemos salvado el turismo gracias al sprint de viajeros domésticos que le ha hecho el boca a boca a la hostelería. Gentes de aquí que marchaban por ahí y que este año han redescubierto lo que ignoraban de aquí. La España vaciada se llenó de aborígenes forasteros venidos de la España regordeta y unos han hecho el agosto y los otros han sentido la sensación de que toda esa gozada también era suya -emoción que refuerza el sentimiento de pertenencia a una comunidad diversa y espectacular-.

Hay muchas maneras de viajar pero centrándonos en el viajar lúdico o vacacional, la cosa se divide entre los que viajan y los que se desplazan. Los que se desplazan alimentaron el turismo de ventanilla, que más que atender al paisaje atiende a la hora de embarque y ¿dónde estamos el martes? Cambiaron la pulserita de full service de nuestras islas por la de destinos con cocoteros al otro lado del Atlántico.

Los viajes míticos son un estado de ánimo que necesita mucho tiempo y mucho interés para conocer de verdad aquello a donde se peregrina. La literatura de viaje -no las guías turísticas- describen muy bien lo que es un viaje.

La teoría precede a la observación -Einstein díxit- vemos aquello que podemos ver a través de lo que sabemos ver.

Alumbra la idea, la anécdota de aquel paisano de suprema sabiduría aborigen que preguntaba a un homo viator:

-A vostede lle gusta moito viaxar non?

-Si, contestó.

-Pois a min, non, replicó el paisano. ¿E sabe por que? [Silencio]. Porque eu viaxei por todo o mundo adiante; estiven na Arxentina, na Suíza, na Alemaña... E sabe que lle digo? -sentenció recorriendo el horizonte con la punta de un índice derecho de capilla sixtina-: que todo o que hai que ver no mundo, pasa por aquela corredoira!».

Fin de la cita.