Las multinacionales y la memoria histórica de Galicia

Juan Ramón Vidal Romaní ACADÉMICO NUMERARIO DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA DE CIENCIAS

OPINIÓN

A. MÍNGUEZ

15 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Se ha levantado un vendaval en Galicia cuando una clase política miope (no présbita) ha tergiversado el vaciado de los embalses hidroeléctricos. Construidos en el siglo pasado por el empeño de Franco para proporcionar a España lo que no tenía: energía eléctrica para un país que, hipotéticamente, carecía de otros recursos.

Para Galicia quedaron los paisajes inundados que fueron y son un trauma desde muchas perspectivas: dificultades en las comunicaciones, privación de la existencia de ríos de verdad e interferencia con la actividad humana en los cauces intervenidos, así como en su desembocadura, (invariablemente en las rías son frecuentes las catástrofes para la acuicultura que a nadie importa). Los que recordamos cómo eran algunos de los valles antes de ser inundados por la política hidroeléctrica de Franco observamos con estupor que cuando durante el período de estiaje los paisajes históricos de Galicia emergen se desata un revuelo. A fecha de hoy, septiembre, antes de Franco, la mayoría de los ríos de Galicia estarían como ahora están, con sus cauces reducidos al mínimo porque ese es el destino durante el verano de un país de tránsito de aguas fluviales que vienen desde afuera. El aprovechamiento hidroeléctrico ha convertido nuestra red fluvial en un paisaje de grandes lagos muertos que ocultan parte de la Galicia histórica. Todo eso fue empeñado para proporcionar energía a un país que no quiso aprovechar otros recursos despreciados porque los empresarios del sector optaron por lo fácil y barato y dejaron lo que hubiera requerido más inteligencia e inversiones. Y como a pesar del cambio climático en Galicia siempre llueve (desde hace 100 millones de años), cualquier agujero se llena de agua, y como la vida bulle por doquier cualquier masa de agua se transforma en un criadero de ranas, truchas o en un posadero de gaviotas y cormoranes. O en un lugar donde practicar la navegación, algo muy necesario en un país con 2.500 km de costa. Y en ese momento ya se ha armado la de dios es cristo porque se nos amontonan medio ambiente, ecologistas y tal y tal y tal. Los embalses gallegos fueron una franquicia para que los inversores hicieran negocio y de paso dar luz a un país que no la tenía. Y la misión de ese negocio es no desperdiciar ni un litro de agua. Y lo que toca en verano, es vaciarlos de agua para que, cuando llegue el invierno y las lluvias, se llenen de agua, y vuelvan a ser un negocio para sus propietarios que son, por una parte, las hidroeléctricas y por otra el Estado español que se lleva su parte alícuota de ganancias. El vaciado de un embalse es un proceso complejo que consume muchas semanas. Y si llueve mucho y están llenos de agua, hasta se puede poner en riesgo la seguridad de las presas que pueden verse desbordadas (ha ocurrido en el embalse de Portas). Pero hablar de crisis ecológica por recuperar la memoria histórica de los ríos gallegos poniéndolos como estaban antes de Franco no puede ser un delito. Y procurar que una empresa que proporciona ingresos al país sea ruinosa, no es juicioso. Galicia y sus dirigentes saben lo que somos: una máquina productora de energía para el resto de España. Y eso no tiene nada que ver ni con la ecología, ni con el cambio climático ni con nada.