Trata de personas: cuando la solución es una pesadilla
OPINIÓN
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Begum está casada y es madre de dos hijos. La pequeña de cuatro hermanos nació en Satkhira district (Bangladesh), en un hogar humilde. Casada a los 13 años, cuando estudiaba octavo, dejó los estudios un año después cuando tuvo su primer hijo. Con la llegada del segundo y las dificultades de su marido para encontrar trabajo, se hizo muy difícil llegar a fin de mes. Begum se atrevió a plantear a su marido la posibilidad de trabajar ella también. Él lo pensó mucho y accedió.
Pero tampoco fue fácil para ella y, finalmente, mediante una agencia consiguió un puesto de limpiadora en Arabia Saudí. Financiar los primeros gastos del papeleo ya les supuso un esfuerzo económico que les llevó a endeudarse. Asumieron el riesgo, porque parecía relativamente sencillo recuperarse con los primeros sueldos.
Begum viajó con 40 mujeres más hasta Dubái. Los tres primeros días todo fue bien, pero no había pasado ni una semana cuando una noche su jefe se presentó en su habitación y la violó, y así fue día tras día. Begum estaba muy asustada, sola y avergonzada. Cada vez que intentaba pedir ayuda, su jefe se enteraba y la situación empeoraba. Tampoco le pagó. Le dijo: «Te he contratado por dos años, cuando te vayas, te pagaré». El estado mental y físico de Begum era cada vez peor. Un día, tras una brutal paliza, la encerró y Begum amenazó con suicidarse. Ante esta amenaza, la liberó y le dio dinero para irse en autobús a la ciudad. Desesperada, consiguió contactar con la embajada y con su ayuda pudo volver a casa.
El regreso no fue el final del drama. Han pasado los años y su marido e hijos aún están enfadados con Begum y el estigma social y sus heridas internas la acompañan. Son mujeres víctimas de la trata y la explotación sexual como Begum las que en Sonrisas de Bombay nos han obligado a mirar más allá de Bombay y a ampliar nuestra acción a otras zonas para intentar protegerlas, denunciar su situación y evitar que caigan en las redes de explotación, que las conducen hasta esta ciudad india. Por ello, impulsamos proyectos también en Calcuta, Nepal y Bangladesh, centrados en conseguir que más mujeres rompan las cadenas de la trata o eviten verse sometidas a este tipo de esclavitud. Y también a lanzar la campaña #rompeconlatrata.
La pandemia ha supuesto un factor de vulnerabilidad enorme para las víctimas potenciales de las redes que trafican con personas y las cifras no paran de crecer. Urgen soluciones coordinadas internacionalmente a muchos niveles para acabar con este grave problema social.