La absurda victoria de Otegi

Fernando Ónega
fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, y el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, han hecho pública este lunes en San Sebastián una declaración «solemne».
El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, y el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, han hecho pública este lunes en San Sebastián una declaración «solemne». Javier Etxezarreta | Efe

20 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace aproximadamente dos años Arnaldo Otegi fue entrevistado en el Canal 24 Horas de Televisión Española. No recuerdo sus palabras exactas, pero habló de que ETA había producido «más dolor del necesario» o «más dolor del que teníamos derecho a hacer». Cualquiera de las dos frases eran una provocación a la sociedad y no digamos a las familias de las víctimas del terrorismo. Hablar del dolor como una necesidad o como un derecho de quien lo provoca es inhumano, es indecente y es inaceptable. Y mucho más inhumano, indecente e inaceptable cuando los causantes de ese dolor provocaron cerca de 900 muertes.

Recordado esto, las últimas palabras de Otegi de sentimiento por el dolor causado y su expresión de que «nunca debió producirse» significan un cambio. Como dicen los ministros de Economía, «un cambio en la buena dirección». Y, como apuntan algunas de las víctimas, no borra el pasado, pero es un paso. Lo que hay que reprocharle es que siga sin aceptar que ETA fue una banda terrorista y deje sus crímenes reducidos a «violencia»; que reconozca el dolor, pero lo haga como quien da el pésame por compromiso, sin pedir perdón y, por supuesto, sin la menor palabra de condena de la banda, cosa con la que este cronista evidentemente no contaba. Ignoro, por tanto, por qué algunos medios informativos obtuvieron la precipitada conclusión de que Otegi rompía con ETA. Demasiadas veces se confunden los deseos con la realidad.

En cuanto a las reacciones políticas, creo que el PSOE, a través de Patxi López, se precipitó en su bienvenida. Con ello legitima las sospechas de que se trata de blanquear a Bildu ante próximas negociaciones en Madrid o en el País Vasco. No me sorprende el entusiasmo de Podemos, siempre dispuesto al aplauso a los más radicales. Fue correcta la reacción del PNV, que marca distancias con quienes ampararon los asesinatos durante medio siglo. Y el PP pudo haber sido más receptivo, aunque solo sea para recuperar algo de simpatía en Euskadi, donde es prácticamente inexistente. El rechazo frontal, sin admitir la menor novedad o indicio de esperanza, crea una barrera con la sociedad, que es bastante más tolerante. Me parece que no se puede confundir la intransigencia con la dignidad.

Y ahora, si el señor Otegi y compañía quieren ser creídos en su travestismo, tienen que dar un paso más: decir a los militantes de Sortu, nombre aberzale de Bildu, que no es coherente sentir el dolor por la «violencia» y al mismo tiempo recibir a los asesinos que salen de la cárcel con homenajes debidos a héroes. O se está con el dolor de las víctimas o se honra como gudaris a los asesinos. Las dos cosas al mismo tiempo sugieren que podemos estar ante una grandiosa falsedad.

Lo que sí ha conseguido Otegi es una victoria absurda: que hoy, en vez de celebrar 10 años sin ETA, estemos hablando de él, que es probablemente lo que pretendió.