Todo era falso salvo «algunas cosas»

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Emilio Naranjo | Efe

01 nov 2021 . Actualizado a las 05:01 h.

Que Pedro Sánchez dijera que iba a «derogar» la reforma laboral en su integridad, después que iba a poner «punto final» a esa ley, más tarde que iba a «modernizarla», luego que iba a «actualizarla» y finalmente que solo modificará «alguna de las cosas» de esa norma, es algo que no debería sorprender a nadie. Eso es sanchismo puro. Y encaja como un guante en prácticas anteriores, como la de decir que nunca pactaría con «el populismo» de Unidas Podemos, luego que sí, pero que jamás los metería en su Gobierno porque se pasaría las noches enteras contando corderitos, y acabar no solo formando un Ejecutivo de coalición con los populistas -que ahora ya son simplemente «progresistas»-, sino entregándoles el Ministerio de Trabajo, pese a saber que esa cartera era la clave de bóveda para salir de la crisis y crear empleo, como demuestra precisamente la reforma laboral que hizo el PP.

Aún más temerario que pactar con el populismo fue dejar la legislación laboral en manos de una política orgullosamente afiliada al PCE y alineada férreamente con las tesis históricas del sindicalismo español, que siempre apostó por blindar al precio que sea a quien ya tiene un puesto de trabajo, antes que por aprobar medidas que favorezcan la creación de empleo para quien no lo tiene. Pero, insisto, a nadie puede sorprenderle el discurso líquido de Sánchez, aunque bien es cierto que podría haber sido más claro. Tras proclamarse como el campeón de la derogación, su afirmación de que solo va a tocar «algunas de las cosas que se hicieron mal» en la última reforma laboral -lo que, tomado en su sentido literal, significaría que incluso algunas de las que se hicieron mal no se modificarán- recuerda mucho al célebre discurso de Rajoy sobre la caja B del PP, cuando dijo aquello de que «nada es cierto, salvo alguna cosa».

De modo que, ya puestos, Sánchez podría haber aclarado así su posición sobre la derogación de la reforma laboral: «Todo lo que dije era falso, salvo algunas cosas». Que el corazón de la legislación del mercado de trabajo vigente desde el 2012 no se iba a suprimir era algo que podía saber cualquiera, porque es la Unión Europea la que le ha dicho a Sánchez que de eso nada, como en mayo del 2010 Obama, Merkel, y hasta el chino Hu Jintao le dijeron a Zapatero que se había acabado la fiesta y que, o hacía de una vez las reformas necesarias, o se acababa el crédito y la inversión en España.

El final de esta película estaba por tanto claro desde hace tiempo, por más que Sánchez, Yolanda Díaz y Nadia Calviño nos vayan a vender hoy los mundos de Yupi tras reunirse para aclararnos, después de años de contradicciones, trabalenguas, y mareos de perdiz, qué diablos propone este Gobierno de coalición para reactivar el mercado laboral. Lo único que habrá conseguido Sánchez dejando que Díaz prometiera a los trabajadores lo que él sabía que no podría cumplir es generar desencanto, aumentar la conflictividad social y hacer casi imposible un consenso social en torno a la reforma laboral más necesario que nunca. La política del pan para hoy y hambre para mañana.